sábado, 25 de diciembre de 2021

NOCHEBUENA POR TRADICIÓN

 

                                                         Imagen: www.hola.com

Ayer me llegó al Whatsapp una imagen que representaba a un hijo con un padre, el hijo le preguntaba al padre: “¿Cuándo es Nochebuena?”, a lo que el padre le contestaba: “Nochebuena será la noche en la que nadie se acueste sin haber comido”. Me impresionó que se recogiera de un modo tan sencillo y humano cuándo sería Nochebuena, y no la noche convenida socialmente, comercialmente y familiarmente. Hay una manera de ver las cosas simplista y egoísta, que es como casi siempre miramos o las percibimos, y otra más profunda, colectiva, solidaria y humana, en el momento en que se tiene en cuenta al resto de la humanidad.

La explicación para muchos es que el ser humano es egoísta desde el principio de los tiempos o por naturaleza. Yo creo que se hace egoísta por programación, por influencias de sus educadores, por miedo experimentado como aderezo de la educación recibida, etc. El hombre, la persona, el ser humano que todos somos, solo es energía de vida haciendo miles de funciones misteriosas e inteligentes. Misteriosa porque no sabemos de dónde parte, e inteligente porque conoce perfectamente su misión, su funcionalidad. Nosotros somos eso esencialmente, esa energía de vida, y una inteligencia, en muchas ocasiones usada sin conciencia de la repercusión de nuestros actos. Lo que no somos en absoluto son todas esas coletillas aprendidas, programadas, de las que nos hemos dejado embadurnar o disfrazar, hasta llegar a creer que las somos; pongamos varios ejemplos: nos creemos atléticos, madridistas, culés, de derechas, de centro o de izquierdas, católico, musulmán, ingeniero, abogado, médico, y así podríamos continuar enumerando todo aquello que “nosotros” no somos. Nuestra identidad nada tiene que ver con todo lo relacionado y demás calificativos o indicativos que queramos añadir al ser para tratar de definirnos, clasificarnos o diferenciarnos.

Nos hemos quedados dispersos en una capa mundana cuando pertenecemos al todo. Hemos elegido, por ignorancia, vivir una mentira que empobrece nuestra existencia, porque cuando alguna vez se toma conciencia y se vive la totalidad, cuando se da la vuelta, por las razones que fueren, se aprecia la pobreza de la “zona 0” en la que nos movemos a diario. Entonces es cuando algunos argumentan que en ese otro estado no es posible vivir continuamente, pero no es así, nuestra distracción continua, la dispersión que nos sirve una sociedad ignorante de este tema tan esencial, la programación incesante proyectada en todas direcciones, nos retrae, llamémosle, a esta dimensión física, al tiempo que cercena la realidad misma.

Nos lo estamos perdiendo, tenemos un tiempo especial y concreto, o limitado. La sociedad, los poderes ignorantes, desconocedores, o sabiéndolo, pero por intereses de explotación del ser humano, se enfocan en el dinero. Toda la actividad tiene como objetivo que algunos se hagan más ricos, y que al mismo tiempo tenga la apariencia de ser el único medio de vida de los demás: cambiar tiempo y esfuerzo por dinero, papeles tintados o trozos de metales a los que se ha convenido dar un valor, y la gente vive, enferma, mata o muere por ello. La humanidad se ha perdido, nos hemos perdido porque nadie, o pocos, unas voces solitarias avisan y nos hablan de un trabajo interior que resulta bastante incompatible con la “velocidad” y la distracción que ofrece la sociedad como sistema de convivencia.

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