viernes, 3 de mayo de 2013

RELACIONES


Unidos por la vida, distanciados por los egos, así transitamos este pasaje existencial. Es crucial, necesario, ineludible vivirlo relacionándose en mayor o menor medida, pues nadie puede prescindir de todas las relaciones, aunque si pueda hacerlo de algunas.
Que difícil es a veces comprenderse cuando todos sentimos estar en lo cierto, cuando nadie quiere o se atreve a dar un primer paso para solventar las desavenencias, o bien dar un paso atrás para dejar un mayor espacio al otro.
Por qué nos cuesta tanto reconocer nuestros errores, por qué pretendemos destacar, aparentar, mostrarnos como no somos, siempre tratando de mostrarnos diferentes y mejores de lo que somos. Por qué somos incoherentes, y nos engañamos, al mismo tiempo que mentimos a otros.
¡Que complicado es darse cuenta de que uno se ha subido a una torre imaginaria! No hay torre ni uno está en las alturas, sino que aún no ha salido de la mediocridad, es por eso que se le hace necesario el estilo despectivo, soberbio o prepotente.
Cuando no se puede simplificar la vida como para establecer una relación abierta, disponible a los demás, y todo son rigideces, es que se está atascado en el darse importancia y en algún problema personal.
La humildad, la sencillez, el amor y el quitar el pie del acelerador, para dejar pasar al otro, son valores de la persona que tiene en consideración al otro, que no se tiene que defender, que no trata de imponer, y que no tiene el propósito de ocupar todo el espacio posible en detrimento del otro. Le basta con lo que es y con su integración en el todo.
Tal vez esté equivocado pero creo en las relaciones desde el corazón, desde la consideración, desde el respeto que suaviza el trato en la relación. Creo en la verdad a pesar de que pueda haber una interpretación de la misma en posesión de cada persona. No obstante, estas son versiones subjetivas de la verdad, pues la verdad siempre será una.
Poniendo cada uno de nuestra parte la interacción se optimiza en cada acto, porque es una oportunidad para ver, comprender y actuar. En el trato con los demás se ponen de manifiesto las asperezas de los temas no resueltos con uno mismo. Se repiten las actitudes de unos y otros, así como se brindan las ocasiones para aprender y modelar: pensamientos, y acciones. A pesar de ello, se puede observar como hay ciertas personas que repiten constantemente los mismos programas aprendidos, dando como resultado las mismas ejecuciones. Es como si no vieran, como si no aprendieran, como si no se propusieran cambiar aunque los resultados obtenidos puedan ser desagradables y repetitivos.
Es una sensación incomoda, desagradable, tanto para el actor como para el observador, porque ambos se encuentran inmersos en la acción, y se ven afectados por la misma. Según sean los patrones de unos y otros, unos ceden y otros avanzan, pero si a cada cual le toca siempre hacer el mismo papel, generalmente el pasivo, el que evita el conflicto, el que se calla su molestia, parece que se retira llevando una carga encima que le ha lanzado el otro en su avance.
Las relaciones desde la subjetividad, desde la interpretación y calificación, siempre van a ser complicadas. Tendremos que proponernos, cada uno, ascender a otro nivel.

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