sábado, 15 de febrero de 2014

CAMINO A LA CUEVA DE LA BATIDA


Camino a la cueva de la Batida, un paseo por el extramuro de Carmona, bajo los escarpes de piedras de calcarenitas, que sustentan a la ciudad. Un camino en la naturaleza, llevando siempre a nuestra izquierda a la ciudad y a nuestra derecha la vega, esa extensión de tierras arcillosas de labranzas, fértiles, donde crecen los cultivos de secano, tales como el trigo y el girasol, principalmente.
Saldremos de la Puerta de Sevilla, integrada en el Alcázar del mismo nombre, que interrumpe la  muralla que fortificaba la ciudad en la antigüedad, dando paso al casco histórico de Carmona. A unos trescientos metros tomaremos el camino que nos llevará a la cueva de la Batida, no sin antes tener la oportunidad de contemplar diversas edificaciones y restos arqueológicos a nuestro paso.
En primer lugar veremos, sobre el escarpe, la torre del Picacho, también llamada torre de Mathé, en memoria del que fuera diseñador de la línea de telegrafía óptica de Andalucía, el brigadier José María Mathé. La torre del Picacho era la torre número 45 de dicha línea telegráfica, que comunicaba San Fernando (Cádiz) con Madrid; es una torre de planta cuadrada y tres alturas, en cuya planta baja hay pequeñas ventanas que servían para disparar con fusiles, de esta forma el personal paramilitar la defendía de posibles sabotajes o ataques. La telegrafía óptica consistía en la transmisión de un mensaje mediante dos brazos móviles más unas líneas horizontales de gran tamaño, para que se pudiera divisar desde la siguiente torre; según las posiciones adoptadas por las piezas móviles y las líneas horizontales fijas, se iban transmitiendo números y letras que constituían un código.
A pocos metros el camino pasará por la puerta de lo que fue una antigua barrería o alfarería, un lugar donde los artesanos trabajaban el barro, aún quedan restos de lo que hacían dispersos por el solar, principalmente: ladrillos, tejas y vasijas, también se pueden apreciar restos de los hornos de secado. Cuatro generaciones después de aquellos artesanos, que se situaron en este lugar, aún siguen trabajando en este oficio sus familiares, pero en otro lugar de Carmona, en instalaciones más modernas e integrada en el polo industrial de la ciudad.
Si seguimos el camino, de seguida nos encontramos con la Ermita de San Mateo, una edificación que se levantó para conmemorar la reconquista cristiana de la ciudad por parte del rey Fernando III, llamado el Santo, el 21 de Septiembre de 1247. Su construcción se inició en el S. XIV, es una planta de tres naves separadas por arcadas de herradura apuntada.
La próxima edificación que podremos observar desde el camino será el Parador de Carmona, que fue inaugurado en 1976 por los Reyes de España, se levanta en el patio de armas del Alcázar del Rey Pedro I.
A continuación caminaremos sobre los restos de la Vía Augusta, una de las vías más importantes del imperio romano, que unía Cádiz con Roma, así mismo era una de las dos vías que cruzaba Carmona, también llamada Cardo máximo que se cruzaba perpendicularmente con el Decumano máximo en el centro de la ciudad, donde se levantaba el foro romano. El Cardo máximo unía la Puerta de Sevilla con la Puerta de Córdoba.
Cruzamos el puente de los cinco ojos, un puente romano por el que transitaba la Vía Augusta, para dirigirnos al último tramo del camino que nos llevará directamente a la cueva de la Batida. Dicha cueva era una cantera de la cual, todos los pueblos o civilizaciones que se asentaron en Carmona, extrajeron las piedras de calcarenita, el material que forma parte del Alcor, piedra o escarpe sobre el que se sustentan las poblaciones que existen entre Carmona y Alcalá de Guadaira. Con estas piedras se elaboraban los sillares que son los elementos constructivos que forman parte de los monumentos y edificios que podemos aún contemplar en la ciudad de Carmona.

Desde la cueva tenemos unas vistas amplias tanto de la ciudad como de la vega, sin menos preciar el encanto propio del entorno de la cueva, las paredes de rocas que posibilitan la escalada, la libertad que sugiere la amplitud del lugar, descansar sin ningún tipo de contaminación, ni acústica, ni polución, pues estamos alejados de las carreteras, fabricas, etc., aprovechar este momento para tomar un piscolabis, unos tragos de agua, descansar un poco, relajarse y comenzar la vuelta.

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