domingo, 23 de febrero de 2014

OBJETIVIDAD Y CONCIENCIA


Entiendo que el gran esfuerzo a realizar es hacia la objetividad en todos los planos, acción, pensamiento, etc., creo que es un reto con uno mismo poder llegar a conseguir, no tener intención de beneficio propio, no tener miedo a ceder a dar al otro lo que le corresponde, dejar espacio para otras manifestaciones o interpretaciones, opiniones, etc.
La objetividad se ha de anteponer a la subjetividad, que es lo que por costumbre no hacemos, siempre va por delante lo que interpretamos y lo que nos conviene, tal vez puedan pensar que es un modo de supervivencia o de protección de uno mismo, pero aún es más hermoso ceder el paso a nuestros hermanos en un gesto de amor hacia ellos. Esto es harto difícil para algunos, pero tendría que ser más común o corriente.
Si cada tema al que nos enfrentamos lo abordamos libre de intereses, tratando de que todos los que estemos afectados por el mismo, ganemos, o perjudique lo menos y a ser posible por igual a todos, creo que estaríamos siendo más ecuánimes y correctos. Es complicado que las soluciones satisfagan a todas las partes, pero si nos relacionamos desde este precepto de objetividad, todo nos irá mejor a todos, estaremos contribuyendo a un mundo mejor, a que haya más alegría, felicidad y a que las personas confiemos más los unos en los otros.
Hace falta mucho más de neutralidad, entendida como decimos vulgarmente, tratando menos de sacar tajada de las transacciones o de las simples conversaciones, por qué tenemos la costumbre, en menor o mayor grado, de magnificar, de hacer resaltar que somos mejores de los que somos, de ser más de todo: más listos, más chulos, más bravucones o de haber conseguido más. Por qué engañamos, por qué no podemos mostrarnos como somos, quiénes somos, con humildad, sin avergonzarnos, nadie es igual a nadie esto es entendible; por ello, no hace falta que hagamos ningún esfuerzo en distanciarnos de nuestros semejantes, ni en contar fantasías sobre nosotros.
Algo ha de cambiar y somos nosotros mismos, aflojemos la cuerda, destensemos y seamos más naturales, atrevámonos a ponerlo en practica, seamos valiente, esto si es ser valiente no contar una verdad disfrazada como hacemos en muchas ocasiones. Vamos a cambiar porque necesitamos tornar la individualidad y el alejamiento, por una colectividad que pueda comprender a los demás, que confíe en los demás, que podamos hacer cosas juntos, que propongamos lo que nos parece mejor para todos, que las propuestas tengan una gran carga de honestidad y humildad. No dictamines para los demás lo que no querrías para ti, esto también sucede con demasiada frecuencia, justificando la decisión de otros, culpándoles cuando eres tu el que la propagas. No te hagas participes de las imposiciones de otros si no estás de acuerdo o crees que son injustas, que den la cara aquellos injustos que ven la vida desde el egoísmo propio, que vengan ellos y lo digan, que se lleven ellos los rapapolvos, que es muy fácil desde los despachos ordenar lo que ellos no se atreverían a decirnos a la cara. Nadie es un “correveydile” de nadie, menos para defender las ideas de otro, peor aún cuando se pretenden fines intencionados no muy decentes.

La objetividad ha de estar presente en esto: yo no pienso así, ve tú y defiende tu postura, esto perjudica, yo no voy a ser participe de tu crueldad o mala intención. Esto podría ser más correcto: se pueden hacer otras cosas, si quieres que de la cara tendrá que ser en estos términos, que son más acordes con mi objetividad y mi conciencia.

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