domingo, 23 de marzo de 2014

CONVERSAR


Me quisiera centrar, en este escrito, en un modo de actuar de mucha gente, es algo que vengo observando que se repite con mucha frecuencia, más de la que sería recomendable, es casi una constante; a ver si os suena: estamos con varias personas, una de ellas te interpela, te pregunta algo, comienzas a responderle y, en cuestión de segundo, cuando solo has empezado a responderle, se ha girado el que interpeló para hablar de un tema diferente con otra persona.
Esto que digo es harto frecuente, sucede cada día, con gente diferente y da que pensar. ¿Preguntan por preguntar?, ¿Había verdadero interés en la respuesta?, yo diría que no; que simplemente era un lance más de la dispersión que estamos sufriendo, del centramiento en uno mismo y, a su vez, de la poca importancia de lo que nos tengan que decir las otras personas, que no tomaron la iniciativa de hablar de sus pareceres, sino que lo hicieron porque aquel que ahora no le atiende o presta atención, le preguntó sobre algo. Como mínimo es algo raro.
Podíamos prolongar este hecho con otro de igual o más frecuencia, diríamos que es tan corriente que casi no merece pararse a destacarlo. Sin embargo, creo que es tan poco deseable como el anterior, ahora me refiero a una situación que se da tanto en reunión con varias personas, como en conversaciones entre dos personas; el hecho de interrumpir sin llegar a dejar que la otra persona finalice su exposición. Parece que tenemos prisa o que lo que dicen los demás no nos importa, o bien que lo que tenemos que decir nosotros vale más o tiene que quedar por encima, como vulgarmente se dice.
Similar a este último proceder hay otro que se da en grupo, cuando estamos reunidos con varias personas, que además de darse la interrupción, hablan tres, cuatro personas al mismo tiempo, ¿alguien puede enterarse de algo? No existe el orden de las intervenciones, el respeto hacia el que está en el uso de la palabra y, por supuesto, no se practica la escucha activa sino todo lo contrario, hay tal algarabía de voces que nadie se entera de nada o casi nada.
Al final han sido tres aspectos de la comunicación o la conversación a los que me he referido, que de algún modo todos sufrimos a diario, que deberíamos de cuidar un poco más para que conversar fuera más enriquecedor para todos, más cómodo y relajado el practicarlo. Es cuestión de tener espera, de conversar de un modo educado, con respeto hacia los demás e interés por lo que tengan que decir.

A muchos les cuesta aceptar el punto de vista del otro, pero aún así tendrá que respetarle y cuando llegue su turno que le rebata exponiendo su punto de vista del asunto; discrepar no es malo, enriquece el contenido del debate, pero las formas hay que guardarlas, el respeto no se puede perder y con comportamientos como los expuestos, por otro lado tan normales para muchos, se falta al respeto de otras personas.

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