sábado, 23 de agosto de 2014

LA GUERRA NI EN PINTURA




Vivo cerca del aeropuerto de Sevilla, a unos seis kilómetros de distancia, en una urbanización. A veces algún avión, que no es lo habitual, vuela sobre las casas, a escasa altura y por el sonido me da la sensación de que se fuera a estrellar contra las viviendas. Justo en ese momento me estremezco hasta que oigo como se aleja. Siempre pienso cómo se debe vivir cuando se está en un estado de guerra, porque en esos momentos en los que escuchas aviones tan cerca, después debe de llegar el sonido de las terribles explosiones, provocadas por el impacto de las bombas contra los edificios o contra la tierra.

Tiene que ser horroroso vivir pendiente del azar de que unos de los proyectiles vayan dirigidos hacia donde vives o hacia donde estás en esos momentos. El miedo te ha de recorrer todo el cuerpo, las personas han de ser presas de la angustia y la ansiedad. Esa no es forma de vivir y nadie debería de pasar por eso, menos aún cuando tu formas parte de la ciudadanía trabajadora, que nada tienes que ver con el terrorismo que hacen algunos o con las ideas fanáticas-religiosas de otros.
Cualquier guerra que haya en el mundo se ha de finalizar, hay que poner fin a la locura de la muerte y la eliminación, a los actos salvajes de quienes los cometen y  aquellos que los alimentan. Se tiene que terminar el negocio de las armas, porque estas solo significan muerte y terror. Tendría que hacerse un pacto mundial de eliminación de las armas y una reconversión del sector fabricante de las mismas, utilizar sus factorías para nuevos productos que nada tengan que ver con la muerte.

No puede el hombre seguir siendo un depredador de sus semejantes, no puede un país invadir a otro por la fuerza de su potencial bélico, no se puede seguir asesinando inocentes y no se puede utilizar a estos como escudo humano para evitar ser atacados. No se puede seguir causando tanto dolor a la población mundial, pues aunque no estemos en guerra, afortunadamente, se sufre y mucho con el dolor ajeno. No pueden seguir sucediéndose las noticias que hablan de destrucción, de casas destruidas, de personas que se quedan en la calle y que lo han perdido todo, de niños que se han quedado huérfanos o de personas que han perdido a ocho o diez miembros de su familia, etc.
Creo que tenemos que cuestionarnos qué estamos haciendo con nuestro potencial mental, dónde estamos dejando nuestros sentimientos, en qué clase de salvajes nos estamos convirtiendo y cosas así; esto no es normal. Hace mucho que salimos de las cuevas, que éramos homínidos que nos habíamos erguido sobre dos piernas y que según dicen con las manos libres hacíamos uso de ellas para construir herramientas y  con ello evolucionó nuestro cerebro hacia el homo sapiens. ¿En el fondo, si nos referimos a las atrocidades de la guerra, en qué hemos avanzado?

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