miércoles, 20 de agosto de 2014

PRUEBAS Y CULPABLES




Si escuchas atentamente comprenderás que nos están engañando continuamente. Hablan de transparencia para quedar divinamente, pero aplican leyes que ayudan a la opacidad. Se suceden los gobiernos y se mantienen los mecanismos que eximen a los delincuentes, de cierta clase social, a ser penados o castigados por las fechorías delictivas y provocativas que cometen.
Se desestiman las pruebas inculpatorias cuando se les consideran tomadas o recogidas de manera ilegal, sin dar valor a su contenido, a lo que ponen de manifiesto dichas pruebas. No se dan por válidas y se deja libre a los culpables, a los delincuentes. Yo creo que las pruebas, pruebas son, se hayan obtenido del modo que sea; la ilegalidad no es ese acto sino el proceder delictivo que arrojan las pruebas. Por lo tanto, los jueces deberían tener libertad de decisión, así como una ley a su disposición sin salvoconductos para delincuentes.
Si no hubiera el grado de impunidad y corrupción actual, que se alimentan la una de la otra y del tráfico de influencias, nadie investigaría, analizaría o se tomaría las molestias de recoger pruebas. Las pruebas o su modo de obtención no son el problema aunque en ocasiones le cueste el puesto como sucedió con el Juez Garzón y se desvíe la atención de los ciudadanos hacia este menester. Lo que importa es a lo que se le está restando importancia, el hecho delictivo, el que haya delincuentes en puestos de relevancia de las instituciones, el que nadie alce la voz para denunciarles y hacerles dimitir o cesarles.
Las pruebas dicen lo que dicen y culpan a quienes culpan, lo que hay que valorar es el contenido de las mismas para que caiga todo el peso de una ley justa sobre los culpables. Todo el peso de la ley es el que no da lugar al indulto del culpable, a la prescripción de los delitos o la no reclamación de los dineros robados al erario público. ¿Qué hay que hacer?, hacer desaparecer del código penal todos estos vericuetos o reductos para alcanzar la impunidad, la compra de la libertad, la no devolución de los dineros y la prescripción de los delitos mareados en el tiempo de un juzgado a otro, de un juez a otro, al supremo, a la Audiencia Nacional, etc.
Concluyendo diré que es relativamente fácil o muy fácil, si un gobierno honrado legisla que no tenga miedo en modificar el código penal en los aspectos comentados y en los casos concretos citados y frecuentes. Si sustraen dineros, que se les aplique la privación de libertad y la imposición de no recuperarla hasta que no devuelvan todos los euros robados. En el caso de asesinatos, no hablo de accidentes, es bien fácil, verá la calle cuando la vea su victima, creo que es justo.
Hace falta un gobierno honrado, valiente y humano, que se mueva con otros valores. Los ciudadanos no estamos dispuesto a aguantar la carroña alternante, defensora de sus privilegios y que nos hunden a los ciudadanos sin ningún pudor.

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