domingo, 4 de enero de 2015

JUBILARSE, UN SUEÑO




Salir a pasear a media mañana, bajo el sol, si puede ser por el campo, llevando al silencio por compañero, a las plantas por testigos, a los pájaros como cantores, en un andar sin prisas, sintiendo los pasos, disfrutando de una mañana fría atemperada por los rayos del sol; ¡no tiene precio! Como contrasta con la exigencia de la vida cotidiana, de trabajo, de preocupación y prisas.
Por temas económicos o porque no salen las cuentas, pura contabilidad y poca humanidad, la jubilación tienden a postergarla a posponerla o retrasarla, pero cuando se ha trabajado desde niño y cuando se han soportado los caprichos de tantos jefes o se ha tragado tanto; se ansía la llegada del descanso, del retiro, de la tranquilidad aunque solo se rocen los sesenta por debajo. Una cosa son las cuentas y como han dispuesto para que cuadren los números y otra, bien distinta, es lo que se siente, lo que te pide tu cuerpo y tu mente. Se vive más, es cierto, pero ¿se está preparado para la exigencia profesional cuando el cuerpo y la mente se sienten agotados, al menos, pidiendo otro ritmo u otra ocupación?
El cuerpo y la mente piden lo que es natural para ellos en cada edad y llega el momento que requiere tranquilidad, si se quiere, el premio a toda la vida batallando, tratando de agradar, luchando por los ideales propios, pero sobre todos por los de tus jefes, esforzándote por llevar el ritmo que te marcaban, hoy dos, mañana tres y así hasta que te llevaban al máximo del que eras capaz. Cuando esto pasa muchos años seguidos, te sientes quemado, pero esto parece que ningún dirigente político de ninguna institución lo valora o tiene en cuenta. Para ellos, solo existe que a cada jubilado le pagan dos personas y media que estén trabajando y las cuentas, según el momento demográfico, la pirámide de población, como les gusta citar, no es la adecuada para que las cuentas, según las tienen establecidas, les cuadren.
Hay una forma de que salgan las cuentas y es que además de la aportación de la población activa empleada, se contemple, en presupuestos generales del Estado, una partida para sufragar el gasto del pago de las jubilaciones, que pagaríamos entre todos. No solo vamos a pagar las jubilaciones millonarias de sus amigos los banqueros, saqueadores de cajas y demás entidades bancarias.
No es igual una vida laboral en puestos dados a dedo, en tareas de dirección y poder, que en pequeñas o grandes empresas privadas, bajo la espada de Damocles del despido, de las exigencias, de los caprichos de los jefes y de tener que dar casi siempre tu brazo a torcer, por ser la parte más débil de la relación; una realidad que castiga año tras año, por eso hace falta jubilarse antes y no después; a pesar de que la esperanza de vida se haya prolongado. Esto ustedes no lo entienden Sres. políticos, ni les interesa entenderlo, para ello hay que ser más inteligente y más humano.

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