jueves, 26 de julio de 2018

EL REBAÑO ESPAÑOL

                                                               Imagen: www.abc.es

Vaya por delante que el ideal mío sería un mundo de gente civilizada, en el que no hicieran falta las fronteras y cada uno viajara solo con su documentación de identidad, pero está sucediendo algo que intranquiliza, como poco. Los inmigrantes, a los que algunos llaman ilegales, no dejan de llegar por los medios que pueden: en embarcaciones, a pie, saltando las verjas de la frontera, hiriéndose, etc., siendo acogidos durante un tiempo en un centro que habrá que ver el estado higiénico del mismo y las posibilidades o recursos con los que cuentan. El tema de la inmigración no se arregla con los dineros que suelte la UE (Unión Europea) a los países que acojan a esas personas. Si se acoge hay que hacerlo en condiciones, hay que tener lo que necesitan las personas para vivir, que es el motivo por el que huyen de sus países. Buscan futuro, trabajo, ganar dinero y poder vivir mejor, en muchos casos, sin la amenaza de las guerras o del terrorismo.
Hasta ahí todo va muy bien, pero existe un problema: que en muchos países hay un desempleo abultado de una buena parte de la población, un asunto que debieran resolver las autoridades antes de acoger, ¿de qué van a vivir esas personas que entran en pateras o saltándose las verjas de las fronteras? La solidaridad de los pueblos ha de ser grande, como no puede ser de otro modo, pero la maquinaria ha de crecer para que podamos vivir todos, y eso pasa por tener empleo, ellos y nosotros. Creo que las autoridades tienen una visión cortoplacista en este tema, pero proyectan poco o nada, solo hablan de construir nuevos centros de acogidas para hacinar a una mayor cantidad de personas provenientes del exterior. ¿Por qué no construyen fábricas para terminar con el desempleo estructural de nuestra sociedad y continúa creciendo e industrializándose hasta poder dar empleo a toda esa mano de obra ajena al país? Hacer fábricas y convocar concursos de méritos para cubrir todos sus puestos con desempleados y otros demandantes de empleo, bien porque deseen cambiar el que tienen o, bien, para dar trabajo a esas personas necesitadas de países vecinos. Pero, entonces, estarían creciendo como potencia industrial e industrializando el país, así como acabando con la lacra del desempleo… y eso no está en la agenda de ninguno de los Gobiernos que hemos tenido o tenemos.
¿Es más humano meterlos en edificios parecidos a cárceles poco salubres, sin la higiene necesaria y sin la cantidad de comida que requiera la masa humana retenida? Yo creo que no es así, aunque otras mentes cuando lo hacen es porque es lo mejor que pueden ofrecer o es que no son capaces de imaginar y proyectar soluciones más a largo plazo.
En el mundo político actual de intereses y desconsideración hacia la ciudadanía, se aburre uno de tanta inmundicia, de tanto sinvergüenza, de tanta burla, de tanto cinismo, de tanta hipocresía y, lo peor de todo… sin solución a la vista, porque te ilusionas con los cambios de persona, pero nos dura poco, en seguida está funcionando parecido al que se marchó. El sistema está forjado de una manera que permite un proceder determinado, así que al que va llegando le ajustan el positivo y el negativo del molde, para volver a obtener otro igual.
Si estuviéramos viviendo en ese sistema de ellos, de los poderosos, pero ellos lo costearan todo y, a su vez, nos estuvieran dando algo a nosotros, pues no tendríamos más remedio que callar y, quizá, estar agradecidos; pero lo lamentable es que lo sostenemos nosotros con nuestro dinero y nuestro trabajo, a nosotros nos toca un salario corto bien ganado y a ellos les toca el rendimiento de la explotación, por lo general abultada o sustanciosa. Además ellos marcan las normas y a nosotros nos toca obedecer por temor a ser sancionados, castigados y encarcelados. Esto es incomprensible, perdonen, pero en mi cabeza no cabe este despropósito. Se me ocurre el símil siguiente: un solo pastor lleva por donde quiere a, supongamos, doscientas ovejas. Las ovejas, son ovejas y viven como ovejas, agachan las cabezas para comer hierba del suelo y no se ponen de acuerdo para imponer sus criterios, desobedecer o atacar al pastor y poner fin a ser mandadas por la minoría que supone un solo hombre. Pues, nosotros y nosotras somos como esas ovejas.

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