domingo, 28 de abril de 2019

ESPADAS EN ALTO



Hoy de nuevo las espadas están en alto, probablemente se dé un nuevo espacio para los pactos entre partidos si no hay sorpresa. Hoy, de nuevo, tomamos la tarjeta censal y nos dirigimos a nuestros respectivos colegios o institutos a ejercer el derecho al voto, con la ilusión de que el tan ansiado cambio hacia la política humana, de la gente, se produzca.
Hoy dejaremos caer nuestra papeleta, la que sea, dentro de la urna, como el que juega una noche a la ONCE, con la esperanza de que hoy sí toque. Todos vamos así porque vamos fragmentados por ideologías y colores, sin haber sido capaces de elaborar un proyecto común para la sociedad con la aportación de los distintos actores que debieran haber contribuido con algo de sí al proyecto común. Pienso que si eso hubiera sido posible, y siempre sucediera así, nos podríamos evitar las elecciones, la competición, la disputa de poder y asientos, el triunfo de unos unido al fracaso de otros, la alegría de unos contra la tristeza de los que se sientan vencidos.
No sé por qué, siempre estoy hablando en otra octava, las notas hacen música, todas lo hacen, pero mal combinadas no resultan una melodía. De nuevo me encuentro contra las directrices marcadas en la sociedad clasista, elitista y fragmentada que algunos desean continúe así. Somos un conjunto, pertenecemos a la humanidad, nadie se escapa del grupo aunque decida asumir un rol diferente, vaya en Ferrari o tenga la grifería de oro. Lo mejor que podemos hacer es darnos cuenta de eso cuanto antes y trabajar con conciencia del grupo, desear lo mejor para todos, ayudarnos, colaborar, cooperar, sentir al otro, querer lo mejor para los demás, y esta forma plasmarla en un proyecto político común, apoyado por todas las fuerzas políticas, aportando cada uno desde su conocimiento y saber hacer.
Cuando se expone que hay que dejar de verter sustancias líquidas, sólidas o gaseosas al exterior, no es por joder a los empresarios de las grandes industrias ni a los fabricantes de automóviles, es porque debemos evitar que muramos masivamente como mueren las hormigas alrededor de un hormiguero cuando son rociadas con insecticida. Es cuidar del Planeta al mismo tiempo que cuidamos de nosotros mismos, nadie la ha tomado con la industria, que nos hace falta para que fabrique productos que son necesarios; hablamos de extremar las medidas para que lo que se vierta no tenga contaminantes ni sustancias tóxicas o nocivas. Para ello, tal vez, haga falta dejar de competir, pues esa competición por poner sus productos en el mercado antes que la competencia, propicia descuidar qué hacer con los residuos resultantes de la fabricación del producto. Es posible que los productos deban aparecer más tarde, cuando se sepa qué hacer con los residuos, cómo eliminarlos sin perjudicar a nadie, ni siquiera al Planeta.
Nos han vendido lo de la competitividad… ¡mal asunto!, ¿dónde está el comité de expertos que seleccione a los mejores empleados para cada tarea, función u oficio?, ¿dónde está el comité similar al anterior, que forme a los estudiantes en aquello para lo que son más válidos, por afición, habilidad, etc.? No estoy robotizando la sociedad como podrían entender muchos, estoy tratando de dar oportunidad a cada uno para ser lo que más le guste ser, trabajar en aquello para lo que esté mejor dotado. Esta manera producirá mano de obra eficaz y eficiente, porque no es igual que trabajar forzadamente en aquello donde te has podido meter por necesidad del guion de tu obra de teatro personal. La persona que trabaja en lo que le gusta lo hace con una ilusión y una eficacia que no se puede comparar con el resto, casi todos, que trabajamos en aquello donde encontramos el hueco para llevar un sueldo a casa. Claro que se puede optar a una sociedad diferente, en cuanto se den cuenta los aspirantes a ocupar los puestos más altos de poder, que se puede hacer mucho mejor las cosas pensando en los demás, importándonos los demás, deseando cambiar las cosas para que todos progresemos y seamos más felices.

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