sábado, 15 de febrero de 2020

¿QUÉ ESTAMOS HACIENDO CON EL PLANETA?

Resultado de imagen de RADIACTIVIDAD, CONTAMINACIÓN

                                Imagen: energiatoday.com
Como saben, hace solo una semana se producía el derrumbe del vertedero de materiales peligrosos, tóxicos y hasta cancerígenos (amianto), en Zaldibar (Vizcaya). Las autoridades locales, ante las continuas quejas de sus vecinos por los malos olores de los vapores que se escapaban de la lengua de materiales que corrió colinas abajo, decían que las mediciones eran normales que no entrañaban ningún riesgo para la salud, pero casualmente no sería así puesto que en esta misma mañana ya dicen lo contrario,, que nadie abra las ventanas de sus viviendas, que no las ventilen y que se abstengan de hacer ejercicios al aire libre, es de suponer que el aire que se respira por allí no ha de ser nada saludable. No es el único caso de este tipo, en muchas más ocasiones y desde hace años, no hemos sabido qué hacer con los residuos tóxicos, peligrosos o radiactivos producidos por la actividad industrial, química, farmacéutica o energética de nuestro país, igual en el resto del mundo. De hecho, existen los pocos nombrados cementerios de materiales radiactivos, un ejemplo de ello es el del Cabril situado en la Sierra de Albarrana en la provincia de Córdoba, o el depósito de desechos nucleares de Zorita en Guadalajara. En la actualidad siguen con actividad siete centrales nucleares en nuestro país: Almaráz I y II en Cáceres, Ascó I y II en Tarragona, Cofrentes en Valencia, Trillo en Guadalajara y Vandellós II en Tarragona. Cada una de ella sigue generando residuos radiactivos que hay que enterrar o hundir en el mar. Deben saber que a doscientos kilómetros de Asturias existe la llamada Fosa Atlántica en la que hundieron 140.000 toneladas de desechos radiactivos, a cuatro mil metros de profundidad, en bidones metálicos con varias cubiertas de hormigón y otros materiales para que traten de resistir el paso del tiempo. A pesar de ello, del intento por alejar cuanto más mejor los residuos, quién nos asegura que el Planeta está a salvo con este método, ¿la fauna y flora marina están libes de peligro?, ¿llegarán sus consecuencias a nuestras mesas? Esa costumbre de amontonar residuos peligrosos no termina bien como recientemente nos ha demostrado el anteriormente mencionado vertedero de Zaldibar, o como en 1988 nos sorprendió la rotura de la presa de contención de Azanalcollar (Sevilla) y sus fatales posteriores repercusiones de contaminación medioambientales de tierras, flora, fauna y aguas circundantes. Según el Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino, entre 1987 y 2008 se produjeron 35 accidentes en el territorio nacional con consecuencias graves para el medio ambiente, ¿qué estamos haciendo con la parte del Planeta que nos corresponde conservar?, lo mismo habría que preguntarlo para el resto de núcleos poblacionales, en todo el mundo están generando basura peligrosa y nadie pone fin a esto. Lo justifican, dicen que es parte del precio a pagar por progresar, pero yo siempre lo cuestiono, ¿se adoptó la mejor y más eficaz manera de producir tal o cual elemento, o se optó por el más económico o el que mayor beneficio generaba? En la sociedad del capitalismo nada queda claro cuando se trata de rentabilizar la gestión o a la actividad, ya hemos sido testigo demasiadas veces de la insensibilidad de los mandamases de la economía mundial. Somos conscientes de su inconciencia, de su poca humanidad y de sus medidas, muchas veces, genocidas para una parte de la población mundial. Creo que siempre que se plantee una tecnología nueva se ha de saber cuáles serán sus repercusiones para la humanidad, no solo valorado como adelanto tecnológico o técnico, sino como posible enemigo de la salud de las personas, los seres vivos en general, los ecosistemas de todo tipo, y no permitir productos que inunden de desechos y enfermedad este Planeta. Toda la industria mundial ha de revelar la forma en que eliminará sus desechos industriales, sus productos obsoletos y los residuos generados en su producción antes de poner en el mercado un nuevo producto, y las autoridades darán el visto bueno a su producción y comercialización, o la detendrán hasta que descubran cómo hacerlo sin poner en peligro al medioambiente. Ahora vuela sobre nuestras cabezas la ilusión que nos han fabricado con la innovación del 5G, pero nadie nos ha advertido ni informado firmemente de las posibles repercusiones para nuestra salud, si es que las tiene, nadie certifica tampoco lo contrario. Faltan leyes severas y reales, justas y sobra miedo hacia el que posee el dinero, a esos también hay que pararles los pies porque están convirtiendo el Planeta en una balsa de podredumbre peligrosa para los seres vivos, para el aire que respiramos, para la tierra que pisamos y para las aguas que bebemos. Los gobiernos mundiales miran hacia otro lado como si el Planeta pudiera con toda la mierda que se esconde en tal o cual agujero, pero no sé si los humanos y demás animales seremos capaces de incorporar en nuestros organismos la radiactividad, la toxicidad de los productos que se lanzan al aire cada día por toneladas en todo el mundo. Nadie pone freno a esas industrias que fabrican muerte cuando existen otros productos con efectos similares sin ser tóxicos. Para todo será tarde porque las autoridades siempre toman medidas para dentro de treinta años, pongamos por ejemplo. Nada es para mañana si se trata de meter un dedo en el ojo del que está matando lentamente la vida en el Planeta Tierra.

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