martes, 9 de junio de 2020

HIPOCRESÍA POLÍTICA

El Gobierno se enfrenta a la Operación Paso del Estrecho más ...

                                                 Imagen:www.elpais.com
Ahí anda el presidente de la Junta de Andalucía luchando para que este año no haya paso del Estrecho, o sea, que no tengamos que soportar el intenso flujo de coches de emigrantes africanos que en verano retornan a sus países de origen para pasar las vacaciones. Es miedo al contagio por coronavirus, que tal flujo de gente atravesando nuestra región, pudiera extender por el territorio. Esto no estaría mal, si al mismo tiempo se hiciera igual oposición a recibir un número igual o superior de turistas, igualmente procedentes de Europa y otras partes del mundo, pero ¿quién es el guapo que lo dice abiertamente?
Molesta tener en nuestra región a personas en tránsito hacia sus países, pero ni molesta ni resultan factores de propagación del contagio, los que vienen a veranear o a saltar de una provincia a otra, de ciudad en ciudad, de monumento en monumento, o de camping en camping. Una cosa es el negocio del turismo… ¡sagrado!, y otra cosa bien distinta es el trabajador pobre que no hace uso de un restaurante o de un hotel, que hace el esfuerzo de cruzar España en el día y come en cualquier área de descanso, de lo que trae preparado en el tupperware. El pobre, a los ojos de los hipócritas políticos, siempre representa una rémora para el progreso del país. No deja dinero, no se puede hacer negocio con él. Si el señorito Bonilla no los quiere en tierra andaluza, que les pague de su bolsillo un puente aéreo para que vayan desde Francia, Bélgica, Holanda o Alemania directamente a Marruecos, Libia, Túnez, Algeria, o donde quiera que vaya esa pobre gente.
Este mundo es una auténtica vergüenza porque sus dirigentes hacen que lo sea. Son ellos los que con sus normas al margen de los deseos de la ciudadanía, que nunca es consultada, han convertido el mundo en una gran cloaca en el que unos se hacen ricos a costa de otros que son explotados. Son ellos los que permiten que la droga fluya por todas partes. Muchas autoridades y altos cargos suelen incorporar en sus vidas todo aquello que dicen combatir, o a lo que nunca dan solución: drogas, prostitución, paraísos fiscales, blanqueo de dinero, guerras, invasiones, destrucción, empobrecimiento, desempleo, privatización, etc., ¡son verdaderos hipócritas!
Un ejemplo reciente ha sucedido en la Comunidad de Madrid, donde su gobierno firmó una orden para que en el momento álgido de la pandemia no se hospitalizara a los mayores residentes en centros de mayores, y los pobres comenzaron a contagiarse y a morir en soledad sin ser atendidos, porque dicha orden del Gobierno madrileño les impedía ser atendido en los centros hospitalarios. Cuando esto ha salido a la luz, no se le ha ocurrido a su presidenta Ayuso algo mejor que argumentar que era un borrador, firmado y enviado a todos los centros de salud para que no se remitieran personas mayores a los hospitales, según Ayuso, fue un error. Un Error que ha terminado injustamente con la vida de miles de personas que de haber sido atendidos adecuadamente, tal vez, hubieran podido curarse. Otra justificación hipócrita y cobarde, porque es una cualidad de nuestros políticos, tiran la piedra y siempre esconden la mano, ellos nunca han sido, nunca asumen responsabilidades de sus tropelías, jamás reconocen públicamente que lo hicieron mal y dimiten. El verbo dimitir nuestros políticos no lo saben conjugar. Lo diré otra vez… ¡son verdaderos hipócritas!
Aquí todos son de algún palo, y eso es lo malo, que por salvar a su palo hacen lo imposible aunque aquello se convierta en surrealista. En ese mismo afán por resaltar como bueno lo suyo y malo lo de los otros, mantienen una lucha fratricida de embustes, acusaciones e hipocresía. Cuando lleguen a ser inteligentes, se darán cuenta que para hacer algo por la humanidad no se necesita estar encasillado en los rojos, en los verdes, en los azules, en los morados o en los naranjas… solo hay que ser más humanos, más íntegros, más honestos, no dejarse comprar y no perder de vista el objetivo principal: hacer cuanto haya que hacer para mejorar la vida de la ciudadanía sin marginar a nadie, tendiendo a la igualdad social, que no de pensamiento, que cada cual tenga los suyos propios, como debe ser, pero que sean suyos, no impuestos ni programados.
Hasta que no salgan del agujero negro de la corrupción política-económica, y comprendan que hay que colaborar con los demás, de igual a igual, sin luchas de poder y con el solo deseo de proponer mejores soluciones, y ayudar a conseguir los mejores resultados para la ciudadanía, seguiremos en el barro pantanoso, en las tierras movedizas que engulle personas y escupe ogros avaros y codiciosos.

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