sábado, 27 de marzo de 2021

PANDEMIA PARA RATO

 Científicos piden al Gobierno una evaluación "urgente" de la gestión del  coronavirus

                                                          Imagen: www.rtve.es

             Hay pandemia para rato, llega el fin de semana, y desde el viernes ya están las terrazas y los interiores de los establecimientos de copas, atestados de jóvenes. Calles principales y comerciales de muchas ciudades de España abarrotadas de personal vasos en mano. La gente enojada con razón por no poderse mover de sus ciudades mientras que los guiris aterrizan en aquellas que son de su agrado. La radio anunciaba hace un par de días que en el real de la feria de abril, aunque no se fuera a celebrar dicha fiesta en Sevilla, iban a instalarse más de cien atracciones para dejar respirar a los señores empresarios del citado negocio lúdico, aunque ello volviera a ser un punto caliente de contagio por la más que probable aglomeración de personas procedentes de diferentes zonas y localidades, que va a propiciar la citada concentración de atracciones.

            Ya sé que está reñida la restricción de movilidad de las personas con la rentabilidad de los negocios, pero si el asunto del COVID es tan contagioso, o se opta por la salud o por la actividad laboral, y comer hay que comer, sin dinero no se puede vivir, a menos que lleguemos a un acuerdo para poder hacerlo sin que tengamos que ganar dinero. Al fin y al cabo, un acuerdo es el dinero en sí, ¿quién le ha dado valor a los papeles tintados y los trozos de metal troquelados? Tal vez tengamos delante de nuestras narices una oportunidad única para modificar las condiciones, las reglas, las normas y toda esa parafernalia empleada por los de arriba para obligar a obedecer y hacer lo que más conviene a ellos, a los de abajo.

            Lo cierto es que nos están obligando a vivir en la distancia, en ocasiones con miedo cuando alguien parece no encontrarse demasiado bien y tose varias veces. Los besos y los abrazos se han quedado para los más osados, las relaciones están sufriendo una glaciación, el cambio climático social se ha hecho realidad, nos está afectando.

            Las vacunas no llegan, algo sucede con ellas, en Dubai las ponen a 20.000 € el pinchazo, solo para privilegiados impacientes. Algunos países tienen un porcentaje bastante significativo de vacunados, otros andan como si hubieran comenzado a inyectar anteayer. En una encuesta sobre la vacuna AstraZeneca dicen haber recogido la opinión de los españoles… un 52% no se fía ya de ese preparado del que se sospecha puede generar accidentes vasculares. Hacen con nosotros lo que quieren, porque la población no tiene conocimientos para valorar por sí misma el riesgo ni la verdad que pueda haber en lo que afirman unos y otros: los políticos, y los del laboratorio que la tratan de vender.

            Ahora, igual que en estos tiempos atrás, la estrategia es apretar mientras no haya fiestas a la vista y abrir la mano cuando van llegando. Dicen que no habrá Semana Santa, pero porque quieren salvar la temporada turística de verano, aunque como sabemos tiene trasfondo, el turismo entrando a espuertas casi sin control, pero esa gente no viene a España a encerrarse en un hotel, viene a moverse, mezclarse con otra gente, asistir a comercios, eventos, fiestas, etc. Un español si hace lo mismo se considera altamente peligroso, pero si lo hacen los que vienen de otros países ¿no lo es? Por si faltaban motivos para aglomerar a la población, vengan manifestaciones, vengan mítines electorales, convocatorias de votaciones en centros escolares, todo vale para seguir jugando al juego de la política chaquetera que se nos ha instalado en el país. Los que antes criticaban al otro partido, migran y se colocan en las listas de los criticados por ellos, ¿alguien entiende algo?, ¿hay integridad, coherencia y honestidad en la clase política?

            De esa manera, cada uno arrima ascuas a su sardina sin importarle que la del otro se haga o no. Es un disparate seguir votando a cualquiera de estos embusteros pregoneros y cantamañanas. Es una incongruencia perder el tiempo en escuchar la sarta de mentiras, los insultos y las falsas promesas de tales tipos. Igualmente resulta siquiera esperar una cola para meter el papel en la urna… ¡que les den! ¿En actos de ese tipo tampoco hay riesgo de contagio? ¿Todas las personas que pasarán por los centros habilitados para votar están sanas? ¿Alguien puede asegurarnos que los colegios son lugares seguros en momentos en los que acuden miles de personas a votar en un solo día?

            O el COVID acaba con nosotros según llevamos las cosas, o se retira aburrido de las burradas que hacemos.

 

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