lunes, 17 de junio de 2024

DE LA CRÍTICA AL INSULTO

 

                                                Imagen: ar.pinterest.com

    Hay comunicadores que haciéndolo muy bien, pierden las formas en cuanto pasan de la crítica de la gestión de alguien al insulto personal, a la ridiculización, valiéndose de la exaltación de algún aspecto menos favorable de esa persona.

    Estoy casi seguro que muchos de los comunicadores esos, que insultan e informan, tienen algunos aspectos de su persona, bien sean físicos o de comportamiento, actuación, psicológico, etc., con los que no estarán de acuerdo, pero en especial en los rasgos físicos, ya nos dirán en qué tenemos culpa de ser como somos más allá de la carga genética que ha determinado unos rasgos u otros. ¿Tienes tú la culpa de tener el pelo rizado, los ojos oscuros, la boca grande o pequeña, la nariz grande o pequeña, de ser más alto o más bajo? ¿Verdad que no? ¿Por qué los que tanta rabia tienen contra otra persona, debido a la que considera realiza una mala gestión, por ejemplo, no paran en la crítica de su forma de actuar y entran al insulto personal, a la descalificación por su físico, por el tamaño de su nariz, por su peso, por su calvicie, o por otras decenas de cosas que unos y otros resaltan de un modo peyorativo y con el ánimo de hacer daño al otro, y provocar risas en los demás.

    Apartándonos del plano de la información, siempre se ha recurrido en las actuaciones humorísticas a estas descalificaciones que rallan en el insulto. Me ha dado mucho coraje que tuvieran que hacer uso de los supuestos defectos o aspectos menos agraciados de la gente para lograr hacer reír a los demás. Eso sí que tendría que haberse castigado, cuando se ha imitado a personas concretas y se les ha ridiculizado con tal de hacer un show humorístico. La falta de imaginación o de inspiración para conseguir un espectáculo de humor, no puede ser apuntar y martirizar a una persona por muy pública que sea. Es una falta de respeto absoluto, es una maldad volcada sobre esa persona, y debería ser delito hacerlo. Aunque sea en un show de humor, nadie tiene derecho a mofarse de nadie, ni a poner en su boca palabras que nunca ha dicho, porque en ese momento se está representando a esa persona mediante la imitación, pensamientos o palabras que no ha dicho esa persona. La libertad de expresión debe llegar hasta la crítica, por supuesto que sí, pero saltar al insulto, a la descalificación o a mofarse de su apariencia física, de sus rasgos por ser menos favorables con los cánones convenidos, pues al fin y al cabo son diferentes, los que por su naturaleza genética les ha tocado, y debiéramos de entenderlo así. Ese ataque, que trata de hacer daño, no es crítica ni libertad de expresión, sino falta de respeto al otro. 

    Seguiremos...

    

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