lunes, 29 de abril de 2013

CÓMO HACER LO CORRECTO


Cómo saber que hago lo correcto, lo que debo hacer, aquello que coincida con el proyecto que el universo me ha reservado. Es mi deseo vivir según este para cumplimentar mi misión en esta existencia, pero cómo saber que lo estoy haciendo.
Me asaltan las dudas, que no la inseguridad, ni el miedo, sino más bien la necesidad de conocer que no estoy desperdiciando mi oportunidad, que es mi tiempo.
Elijo ser feliz, ayudar, colaborar, aprender, perdonarme, amar. Elijo vivir y cancelar cualquier desajuste del pasado.
Ahora se que soy yo, que estoy solo en las tomas de decisiones, en cuanto a que soy el único responsable de todo aquello que experimente. Que no hay culpables, que todo lo provoco yo dependiendo de la importancia o valoración que haga de los actos de otros.
Ahora comprendo que siempre estoy frente a un espejo, y que cuanto veo es mío, no del otro. Y debo preguntarme para qué me hago aquello que aparentemente veo en el otro. Porque es a mí al que le sucede lo que supuestamente es del otro. La percepción me engaña, se ha modulado durante años bajo mis creencias, es por ello que no es verdad.
Reflexiono para llevar una conducta recta, justa y adecuada a las leyes de la vida, conforme al plan universal. Integrada en la inteligencia vital, aquella que sabe y conoce el secreto de la transformación, del crecimiento, aquella que produce un árbol de una semilla, o un fruto de una flor.
Se escapa entre distracciones, se diluye en las preocupaciones, y desaparece en los conatos de violencia. El amor, la conjunción sin barreras, que comunica desde la no verbalización, me vuelve a traer al centro de la vida, de la relación sin condiciones, al pleno gozo de la finalización del tiempo.
Puedo esperar hasta el infinito mientras me encuentro en un acto de amor, en un abrazo que me lleva a la unicidad, donde se funden las conciencias y no existen los cuerpos. La materia se trasciende en el instante en el que quedó parado el reloj temporal, persistiendo tan solo la energía del amor, la fusión del gozo.
Aún espera con toda la paciencia del mundo, me retiro atrás y me sitúo en mí, estoy ahí,…. ¡Llevo tanto tiempo esperándome!, y la visión se engrandece y se va evaporando, diluyendo junto con el cuerpo, para solo quedar el que está atento y en paz. Hay quietud, no hay nada más, no existen problemas o preocupaciones, solo estar, sentir, no hay signos, no existe el dolor, no hay pensamientos. Comprendo que todo eso es del cuerpo y no de mí.
Me gusta lo que siento, soy paz, calma, quietud, observación, a la espera como siempre he estado. Es ahora cuando me digo que sea la voluntad de  mi ser y no la mía con la que transito a diario. Aprovecho para permitir que emerja y tome toda mi vida, porque lo más importante para mí es vivir desde mi ser. Haz tú y no yo, permíteme ser tú y no dos. Sana mi percepción para siempre, para que la unidad sea, que es lo que soy.
El error de mis creencias me engaña, pero renuncio a él porque no es nada, es el sueño, la ilusión.

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