domingo, 1 de noviembre de 2015

EN UN LUGAR MARAVILLOSO




Entre gente sencilla da gusto pasar el rato. Aunque se quede solo para hablar un poco, coger castañas, compartir un bocadillo y una cerveza. Darse un abrazo y un beso, andar y haber pasado un poco de tiempo, juntos.
Claro que hay otras muchas cosas más importantes, tal vez las haya, pero les hablo de lo sencillo, de lo corriente, pero que sin embargo, tanto puede significar para algunos. Un día sin ningún tipo de contratiempos, sin roces de ninguna clase, donde todos se divierten, donde ni la lluvia molesta, tampoco la espera ni los kilómetros.
Un escenario impresionantemente bello y saludable, Aracena y sus alrededores. Un aire que se colaba, sin ni tan siquiera hacer algún esfuerzo por respirarlo. Una limpieza ambiental envidiable. Una descontaminación ejemplar. Un monte frondoso y verde, mojado y lleno de energía. Un suelo colmado de castañas, como señal de agradecimiento de unos árboles centenarios, que alfombraban los caminos de erizos redondos que en su vientre portaban las castañas. Una lluvia que actuaba de disolvente universal, purificando el aire que se respiraba. Es difícil sentirse mejor con el entorno, con uno mismo y con los que me acompañaban.
He vuelto a sentir la emoción de quererme fundir con el paisaje. Vuelvo a sentir la distancia que nos separa. He vuelto a comprender que mi sitio está allí, en la sierra de Aracena. Allí hay algo brutal y esencial para cualquier ser humano. Allí cualquier persona se puede transformar, a poco que se deje llevar y se haga un poco más consciente. Mi cuerpo se estremece con solo pensarlo, he vuelto más vivo con solo haber respirado la calidad del aire que ayer surcaba las calles y los campos.
Para algunos puede ser exagerado o parecerlo, pero es fácil, pónganle un poco de combustible a sus vehículos, tomen la dirección a Aracena y transiten, de una manera sencilla, sus calles y sus caminos. Observen, respiren y sientan, verán que puede ser una experiencia transformadora.
Hoy estoy en casa, no vivo dentro de la ciudad, me rodea la naturaleza, pero no es lo mismo. Aquella zona es especial, tiene algo. Yo lo sabía. Hace años iba con cierta frecuencia con un grupo de personas para trabajarnos interiormente y lo descubrí. Vuelvo a sentir hoy, la potencia extraordinaria de aquellos parajes, de aquellas tierras, de sus montañas, de sus castaños centenarios. Allí hay magia, la vida está más viva en aquella zona.
Conforme escribo y pienso en cómo se respiraba ayer y en lo que debí respirar ayer, algo interior se estremece en mi cuerpo. Me emociono, lloro interiormente, estoy más vivo, o eso creo yo. Es maravilloso sentir lo que siento, darse cuenta como lo hago. No soy más, sino que me siento vivo. Es la naturaleza que nos puede transformar mediante el bálsamo de vida que nos ofrece gratuitamente. Estoy agradecido de lo que nos da, sobretodo, en días tan maravillosos como el de ayer.

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