sábado, 5 de diciembre de 2015

LA MINA DE URANIO BIEN VALE UN FICHAJE

                                            Imagen: www.eldiario.es


La empresa australiana Berkeley cogió un día el rifle, apuntó y cazó. Tuvo puntería y premeditación, por supuesto, contrató como lobista a Manuel Lamela, ex alto cargo político y ex compañero de Miguel Arias Cañete (el de la empresa petrolera), actual comisario de energía de la UE. Ambos, Lamela y Cañete, miembros del PP, han aprovechado su vida política para hacer negocios con la Administración, o a costa de esta. Uno con los contratos del suministro de petróleo a barcos en el Estrecho, el otro ha estado metido en muchos fregados incluido el intento de privatización de la sanidad. O sea, que ninguno de ellos ha perdido el tiempo y, por supuesto, ninguno de ellos ha estado o está en política para mirar por los intereses de los ciudadanos.
El objetivo de la empresa Berkeley con este fichaje de Lamela, no es otro que le aprobara la UE su proyecto de explotación de una mina a cielo abierto en la población de Retortillo (Salamanca), pero no una mina cualquiera, sino una mina de extracción de material radiactivo, más concretamente uranio. Como el tema de la radioactividad siempre es sensible, lo mejor era poder llegar al Comisario de energía de la UE, que es el que debe aprobar el proyecto para que la mina se pueda explotar. Es ahí donde entra en acción Lamela, ex compañero de Cañete, para pedirle a su amigo que firme y autorice el proyecto, como así ha sido. ¡Qué casualidad que esa empresa fichara hace menos de un año a Lamela!, ¿no?
Ante el descaro con el que se entremezclan los asuntos políticos y los negocios en la actualidad, la Cadena Ser pide una copia de lo pactado con la UE, incluido el proyecto, y le hacen entrega de un montón de folios, que en su mayoría vienen tachados. El contenido, en gran parte, es ilegible, está censurado para la opinión pública, es información secreta y sensible según expresa la empresa Berkeley. La palabra empleada por la empresa es: “Clasificada”, información clasificada (Top Secret). ¿Qué es lo que se pacta entre los políticos y las empresas privadas, que no podamos enterarnos los ciudadanos?, ¿cómo es posible que nuestros empleados hagan tratos con empresas privadas y nos nieguen toda la información? Eso es hacer uso de su status para beneficiar a otros, o beneficiarse ellos mismos, o perjudicar al resto y, por ello, no quieren que sepamos nada de la jodida mina y las condiciones pactadas, o intenciones de la explotación.
Esa manera de actuar es un insulto en toda regla, una sinvergonzonería como de costumbre, y algo que no debe ser bueno, sino todo lo contrario, cuando no quieren que sepamos nada al respecto. Una vez más traman a nuestras espaldas, y cuando esto sucede solo puede justificarlo los riesgos, que tratan de ocultarlos, y que vamos a padecer los ciudadanos.
Se ha dado el visto bueno a la actividad, y ¿se ha previsto qué residuos resultarán de la explotación, qué se hará con ellos, si merece la pena autorizar la gestión frente al peligro futuro, la contaminación y el transporte de material radiactivo por nuestras carreteras, etc.? Porque después, como pasa siempre, vienen los problemas y nadie sabe qué hacer con lo que a nadie sirve, y buscan al municipio más pobre de España para contaminarlo hasta las trancas, a cambio de dinero. ¡Ya está bien!

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