Me estaba acordando del Pequeño
Nicolás, ¿qué habrá sido de él?, todo el revuelo mediático de la impostura, la
estafa y los fraudes, presuntamente llevados a cabo por este joven, en el que
parecía estaban involucrados altos cargos de la Administración, incluso de los
cuerpos de seguridad y el propio CNI; según leo en una noticia publicada por el
diario El País, con fecha 16 de Noviembre de 2016, se ha saldado con una multa
de 4320 €.
Un individuo que se ha hecho
pasar por agente del CNI, espía, que ha falsificado documentos con membretes de
Ministerios, que ha sobornado a altos cargos de la Administración y a
empresarios, que ha utilizado indebidamente coches oficiales y se ha hecho pasar
por un enviado de la Casa Real para hacer negocios; cómo es posible que todo
quede en nada, ¿quién o quiénes estaban detrás de este personaje? ¡Qué sospecha
levanta la forma de desaparecer de la noche a la mañana!
Una prueba más del caos reinante
en este país, debido a que las cloacas del Estado están a rebosar. La mierda no
se mantiene en las tuberías por el gran caudal, lo que hará que en cualquier
momento revienten e inunden todas las calles de este país. En una situación un
poco desestabilizada diríamos que la democracia hace agua, ahora debemos decir
que la democracia, junto con toda su guarnición: Gobierno, justicia, situación
empresarial, corrupción, desempleo, pobreza, pérdida de derechos, etc., hace
mierda.
De nuevo, con el ejemplo de este
zángano o nuevo parasito social, podemos comprender la impunidad reinante en
este país. De acuerdo que no es Zambia o el Congo, pero tal vez estén
sucediendo cosas propias de esas latitudes. La policía judicial no se atreve a
funcionar en modo autónomo. Los jueces tienen presiones de todo tipo y la carga
de trabajo no les deja avanzar. Los políticos del Gobierno, principalmente, no
dejan de obstaculizar la acción de la justicia y defender a los chorizos en
lugar de proteger a la ciudadanía y lo que es de todos. El resto de políticos
están abducidos con el deseo de derrotar a los contrincantes, sin darse cuenta
de que el triunfo es la acumulación de fuerzas e ideas para vencer a la ceguera
política de ocho millones de votantes.
Las últimas hornadas de políticos
han llegado a escena para hacerse millonarios y rascarse los huevos; perdonen
la expresión, pero se le ha oído a algún que otro político. Con gente así
estamos ya salvados. Han entendido la política como el lugar para hacer tráfico
de influencia y contactar con empresarios importantes que puedan sufragar parte
del presupuesto de sus partidos, así como dar abultadas comisiones que van a
parar a maletines en altillos, a bolsas de basura dirección a Andorra, cuentas
en Suiza o Panamá. Tenemos en la actualidad la plantilla más extensa de indeseables
y mafiosos al frente de los puestos de poder del país: Ministerios, Gobierno,
Consejos de administración de multinacionales, bancos, fondos buitres, etc.
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