A todos los de la foto les damos
de comer nosotros, a unos más y a otros menos. Unos siguen pillando, otros
quizá, ya no cobren, pero algo habrá bajo cuerda, porque el sistema se hace a
sí mismo, quiero decir: mira por sí mismo, se cuida y cuida de los suyos… todos
los altos cargos se quedan apuntados en la lista de privilegiados del país, a
pesar de que la Constitución, al menos manuscritamente, nos iguale o, dice que
es uno de sus principios o razón de ser. La realidad nos muestra lo contrario…
a otros no nos mantiene el sistema. La justicia tampoco nos trata a todos por
igual. Los dineros van a parar al bolsillo de otros, que por casualidad, están
bien posicionados en el organigrama de poder. Son otros los que nos roban a
todos, se burlan de toda la ciudadanía, tienen la potestad de quitar y poner
jueces y fiscales, son contratados por empresas que primero ayudan para que
vayan a parar a manos de sus amigos, etc.
Está bien que se hayan cumplido
cuarenta años desde que se celebraran las primeras elecciones “democráticas”,
allá por 1977, pero hay tanto que hacer… que a mí entender es mucho más
importante seguir trabajando por el bien de la gente. El boato no tiene cabida
cuando sigue la gente sin tener trabajo. Cuando hay criaturas que siguen
rebuscando en los contenedores para poder comer algo. Cuando hay gente que
sigue siendo desahuciada de sus viviendas por bancos y grupos de inversión de
los llamados buitres. Cuando queda tanto por aclarar sobre las cloacas del Estado
y la corrupción del Gobierno. Cuando hay que legislar en serio para que los corruptos
devuelvan lo robado y tengan condenas ejemplares o, simplemente, para acabar
con la impunidad y la prescripción de delitos. También para encerrar de una vez
a los de apellidos famosos, conocidos por todos gracias a la frecuente presencia
en los medios, que habiendo robado siguen paseando como usted y como yo. Sin
olvidarnos de terminar con las graciosas regularizaciones (Amnistías), como la
de nuestro amigo Montoro, para facilitar a los delincuentes que tributen por su
dinero menos que ningún mortal de este país, pagador y cumplidor.
Por eso, la exhibición de
vestidos, los besamanos a la Reina, las medallitas, todo el cortejo siguiendo a
sus majestades, los minutos interminables de aplausos… es solo fastuosidad
innecesaria, que no se satisface con un discurso de frases bien sonantes… es
pasado y el pasado ya no existe, hay que mirar al futuro. Lo mejor que se puede
hacer por el futuro es vivir el presente, hacer lo que haga falta ahora, hoy.
Aquellos señores hicieron lo que les permitieron hacer en aquel momento. La
sociedad actual tiene algunas carencias, ¡pregunten a la gente! El gobierno
pone parches, los políticos mantienen una competición por los votos, y las
soluciones se hacen esperar. El Rey es una pieza del ajedrez y el de carne y
hueso lo mismo, pues ni pincha ni corta, no tiene poderes para ello… es el
jarrón chino que luce bonitas flores, nada más. Hay que admirarse menos por la
decoración y hay que implicarse más por la gente. Esto se consigue con trabajo,
con mucho sentido común, con conocimiento de los problemas reales y proponiendo
soluciones que se han de aplicar, pues como se entenderá por sí las
proposiciones no solventan los problemas. Todo es demasiado lento, este sistema
“democrático” ha de estar oxidado. Los partidos miran demasiado por ellos
mismos, por su supervivencia y el crecimiento de su cuota de poder, mientras
tanto, han olvidado para quienes trabajan y cuál es el motivo de su función
pública.
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