Una vez más acordándome de los
que menos tienen, de los que no saben qué comerán o si comerán y, al mismo
tiempo, damos por seguro que hoy alguien estará cerrando la compra de un yate,
de un chalet de lujo o de un deportivo. ¿Por qué tiene que suceder esta
paradoja?, no estoy queriendo decir que no tiene derecho a comprar la gente lo
que quiera, sino que no hay derecho que unos puedan tanto y otros tan poco;
esto es lo que no concibo, ese desequilibrio en el reparto de la riqueza
mundial, porque esto ocurre en todas las zonas del globo.
Esto es sincero e insisto por
ello, nos estamos confundiendo, el mundo por el que tenemos que luchar no es
por el de las desigualdades. Esto no se puede convertir en una competición de
listos y tontos; ni siquiera debe ser una competición por mucho que los
sistemas hablen, constantemente, de ello. No hay que competir sino colaborar,
trabajar juntos por el bienestar de todos; creando un mundo mejor donde todos
comamos, todos bebamos, todos trabajemos y todos vivamos dignamente. Un mundo
donde cada pueblo tenga su idiosincrasia, no tiene por qué perderla, pero donde
el respeto sea máximo entre unos y otros. Con ese máximo respeto sería
imposible que se dieran las atrocidades actuales, las miserias inducidas, las
enfermedades provocadas o los negocios infames.
Ser un miembro de cualquier
organización mundial debiera significar una lucha diaria por conseguir el
bienestar de los pueblos del mundo, dejarse la piel y la voz gritando, para
hacerse oír cada día, para dar voz a todos los que sufren y no llegan a la
mínima abundancia, confort y felicidad. No digamos, de los que están sufriendo
ataques bélicos, secuestros, violaciones, terrorismo, etc. No digamos, de todos
los que hoy morirán por falta de alimentos o agua. No digamos, de las personas
que van a morir afectadas por enfermedades que pueden ser fácilmente tratadas,
pero de la que no se salvarán por falta de dinero para comprar medicamentos que
no cuestan casi nada. Todo esto revela que hay gobiernos de diferentes zonas
del mundo, a los que su ciudadanía no les importa nada; pues estoy seguro de
que sus dirigentes no sufren el mismo nivel de carencia que su población. Ellos
sí comen todos los días, ellos se pueden medicar cuando lo necesitan. Esos
dirigentes es posible que reciban ayudas externas para paliar el grado de
pobreza de su país, pero muy probablemente se chupan la ayuda o gran parte de
la misma. Esto se tiene que denunciar, la gente sin corazón donde mejor puede
estar es en su casa, por no decir en una isla deshabitada. La cabeza, que no
inteligencia, la usa mucha gente para tramar, generalmente, para establecer un
plan de saqueo, explotación y empobrecimiento de la gente. La inteligencia es
algo diferente, es crear un plan para vivir todos mucho mejor y, si puede ser,
con muchos menos esfuerzos y penalidades. La lucha, el desgaste, ha de ir en
otra dirección a la tomada en la actualidad, y esto se lo han de hacer ver
muchos de los que se han erigido en líderes de la destrucción de la humanidad.
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