Es un tema controvertido el de la
donación de Amancio Ortega a la Sanidad española para que se compren aparatos
de diagnóstico precoz del cáncer. El empresario ha manifestado su deseo de
donar 300 millones de euros a la sanidad pública española para adquirir una
máquina determinada, sin embargo, las personas del sistema sanitario han dicho
que tal vez sería mejor emplear el dinero en otros aspectos de la enfermedad,
pues equipos técnicos tienen suficientes e, incluso, no hay personal para que
los equipos actuales trabajen mañana y tarde; o sea, que están a menos del
cincuenta por ciento de su rendimiento. Entonces, se interpreta que hay alguna
intencionalidad en esta donación, ¿por qué en ese tipo de equipos?, ¿por qué no
se ha hecho la donación de una manera anónima? Hay quienes piensan que el
empresario lo hace para lavar un poco su imagen, ensuciada últimamente por
asuntos empresariales de explotación de niños en otros países, o impuestos
dejados de pagar en España por intereses económicos de su firma.
Por otro lado, están los que solo
el hecho de que alguien quiera donar su dinero a la sanidad española, debe ser
visto como algo positivo para la lucha contra el cáncer, como es en este caso.
Sin embargo, algunos sanitarios han dicho que hay fases como la investigación o
el tratamiento, donde sí se podría avanzar con una mayor aportación de dinero,
más que en el diagnóstico, para ello, dicen, tenemos máquinas suficientes, como
se dijo antes, para las que no hay personal especializado y en número adecuado
para que las máquinas que ya tenemos trabajen más horas al día. Los recortes
famosos del actual Gobierno han disminuido el número de sanitarios en los
hospitales, y esto sí que afecta a que las listas de espera sean mayores, por
lo que los tiempos para ser atendidos se prolongan. Son otros los problemas de
la sanidad, no que no se tengan máquinas para diagnosticar el cáncer; es por
ello, que no se acierta a entender el interés por donar esas máquinas, cuando
lo correcto hubiera sido una reunión con los expertos del sistema sanitario
español, y haber preguntado dónde la inversión de esa cantidad hubiera sido un
avance mayor en la lucha contra esa terrible enfermedad.
Por otro lado, se sabe que la
cantidad que suena no es lo que le cuesta al empresario, puesto que las
donaciones repercuten fiscalmente, pudiendo la firma ahorrarse en los impuestos
a pagar un buen porcentaje de la cantidad donada. Lógicamente, si no la donara
tendría más dinero sin tener que recurrir a este movimiento fiscal, pero
nosotros que nada sabemos del inframundo de las finanzas y las contabilidades
ocultas de las empresas, etc., quizá nos quedemos sin conocer la verdad del
asunto.
La humildad máxima es donar anónimamente
y no imponer en qué se tiene que emplear el dinero, al menos que uno sea
competente en el tema. De lo contrario hay que ponerse en manos de los que sí
lo son, y en la sanidad española hay muchos profesionales en la materia.
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