Hemos asistido al juego sucio de
la política, el de la falsa democracia, a la compra de voluntades y votos por
parte del partido del Gobierno para poder sacar adelante sus presupuestos. Ese
mismo juego sucio es discriminatorio en su trato desigual dado a cada una de
las Comunidades; resultando de él que la ciudadanía dependiendo del territorio
al que pertenezca cuenta con más o menos dinero per capita para financiar sus
servicios. O sea, que hay españoles que por ser vascos o canarios van a
disfrutar de mejores servicios que el resto de los ciudadanos de este país, por
el simple hecho de que eran necesarios sus votos de apoyo al presupuesto del
PP. Como hace política el PP, es como si invitara a una ronda de botellines de
cervezas, que él la paga con el dinero de todos como hace siempre, ¡qué fácil
es hacer las cosas así!... cuando las pagan otros aunque se fragmente España e
injustamente se dé un trato diferenciador a las distintas Comunidades.
El PNV arranca al Gobierno una
mejora para su región, una mejora multimillonaria del cupo vasco que va a
recuperar o dejar de pagar a las arcas del Estado mil cuatrocientos millones de
euros. Esto es lo que ha costado la compra de votos, el apoyo de los vascos,
del PNV, partido bisagra donde los haya, como toda la vida ha sido y del que se
valen los Gobiernos para sacar adelante sus políticas cuando no cuentan con
suficientes apoyos; generalmente, porque se trata de medidas impopulares o
menos favorecedoras de los intereses de la población. Siempre que son menos
buenas para la gente, son mejores para ciertos círculos empresariales o
financieros… esta es la historia de España y de sus legisladores acobardados,
arrodillados ante el poder y, ahora vemos, que también cambian de criterio por
algunos millones de euros. Por ejemplo: el Diputado de Nueva Canarias, D. Pedro
Quevedo, manifestó que no apoyaría los presupuestos porque era un proyecto que
beneficiaba a los ricos frente a los pobres. Esas fueron sus palabras hasta que
le tocó Rajoy porque hacía falta su voto, gracias a ese apoyo la balanza se
decantaba a favor de la aprobación de los presupuestos que presentaba el PP; y con
el dinero se apartan las ideologías, las creencias, hasta el punto que al
apoyarlo vendiendo su voto, debemos entender que el Sr. Quevedo al haber sacado
algunos millones para su tierra, los presupuestos han debido de dejar de ser “ese
proyecto que beneficiaba a ricos frente a pobres”. ¡No valen un duro los
políticos actuales!... se venden por un plato de lentejas. El egoísmo está
presente en estos procedimientos, también la fragmentación del pueblo español.
Los que nacen en una Comunidad bisagra tienen mejores oportunidades porque van
a contar con más dinero por habitante que el resto de ciudadanos y ciudadanas
de otras Comunidades más desgraciadas. Todo ello por no haber tenido su región
un partido bisagra o chaquetero, que por dinero aparque sus principios,
abandone su lucha y se alíe con el enemigo político. Seguimos asistiendo al
mercadeo del voto, a la compra de voluntades, al te paso la mano por el lomo y
tú mueves la cola; y a esto le llaman sistema democrático, hacer política o ser
partidos constitucionalistas.
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