miércoles, 4 de octubre de 2017

EL CLUB DE LOS PRIVILEGIADOS

                                                             Imagen: www.anfrix.com


¡Qué me rechina cuando el Rey refiriéndose a su Institución dice: “La corona”! No necesito corona, no quiero un Rey ni una Casa Real, no veo en él a nadie que hace algo por mí sino a un clan al que hay que mantener. Está fuera de los tiempos modernos esa figura añadida al país, no lo percibo como algo normal, más bien, es un anacronismo.
Hace lo que puede, como Rajoy, lo que sucede es que hacen bastante poco, por ejemplo en toda la problemática catalana, no hicieron nada, no negociaron nada, no dieron espacio a la democracia, porque lo que piden los catalanes pudiera desembocar en una caída secuencial de naipes. De momento, los catalanes querían que les autorizaran un referéndum vinculante que pudiera llegar a decidir si Cataluña se independizaría de España; lo cual no sería así si se les hubiera dejado votar, ya que se sabía que el número de independentistas era muy inferior a los que no lo eran. No obstante, la torpeza de quienes gobiernan y la inacción de ambos: Gobierno y Rey, ha llegado al callejón sin salida en el que nos encontramos. O es por la fuerza en un sentido, o lo es en el otro, unos defienden las leyes obsoletas, otros defienden un camino de libertad al margen de España. Les ira bien o no, pero es como todas las cosas, si no se experimenta nunca se sabrá, pero una de las partes tiene a los cuerpos de seguridad a su servicio para impedir por la fuerza de los palos que España se fracture, como ellos dicen. El Rey habló ayer pero no dijo nada, ninguna solución más que la defensa de lo que suele apostillar el Gobierno y la resolución del conflicto por la fuerza, amparados en las leyes del siglo pasado. Ninguna mención para los heridos, que no debían ser españoles. Ninguna opinión de la actuación de algunos agentes, que tiraron a las personas escaleras abajo, de cualquier manera, incluso al energúmeno que se le vio saltando desde varios peldaños más arriba para caer, a propósito, con los pies sobre alguien que yacía en el suelo; en definitiva, algunas acciones fueron de muy mal gusto, nada correctas, llenas de agresividad y violencia desmedidas. Nadie desea una resolución del asunto por estos medios, bueno, miento, algunos sí lo desea, ya lo han manifestado, han sonreído con lo ocurrido delante de las cámaras, han aplaudido a los cuerpos de seguridad y no han condenado a los que le han dado las órdenes de cargar contra la población pacifica que solo quería ejercer el derecho de votar y decidir.
Decidir no se puede porque la Constitución española lo impide, solo podemos hacerlo cuando los políticos convoquen por su interés, entonces sí contamos todos para ellos, mientras tanto no nos quieren para nada, para nada les interesamos. Solo esperan de nosotros que no les compliquemos la vida, que no nos unamos y no nos movilicemos en su contra y, por supuesto, que paguemos nuestros impuestos a tiempo para que los dineros lleguen y se puedan pagar los servicios públicos, así como para que puedan ellos destinar dinero a sus negocios, se devenguen comisiones para sus partidos y sobres extraoficiales para ellos mismos. Ellos son un club privado con bastante pinta de ser mafiosos, que han instalado un sistema perverso de manipulaciones y mangancia, que se niegan a perder. A las afueras del club toda la ciudadanía reclamando justicia, libertad, mejores condiciones laborales, que no nos roben más y que se termine la corrupción y la impunidad. Ellos siguen dentro hablando de sus negocios, las puertas están cerradas y el doble cristal de las ventanas impide que trasciendan las voces que propagan las quejas y las demandas de la población. El Rey también se encuentra dentro del club y, tal como hacen los demás, ignora a la ciudadanía que está agolpada a las puertas de aquel bunker, donde ellos se sienten protegidos. Se abrieron las puertas y toda la turba calló al instante, se dibujó la figura de una persona en la entrada y dijo: “marchad a casa, esta noche no hay nada para ustedes, las cosas siguen igual, no ha sobrado nada”. Ahí lo dejo, que cada cual interprete a su manera lo que he querido decir.

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