Sobre lo que voy a escribir ya me
he referido hace tiempo, pero insistiré una vez más. Sé que no tendrá
consecuencias, tal como la vez anterior, porque lamentablemente aunque las radios
sin oyentes no son nadie y, las televisiones sin televidentes tampoco lo son, esas
empresas anteponen la pasta a la gente. Todos esos medios de difusión defienden
que viven de la publicidad, obligando a sus seguidores a escuchar y ver sus
programas fraccionados en infinidad de trozos, que albergan entre sí varios
minutos de anuncios, haciendo menos atractivas las emisiones y mucho más
aburridas. Hace algunos años me dirigí a casi todas las cadenas de televisión,
por email, a la atención del defensor del televidente, para expresar mi idea de
cómo se deben hacer las cosas para que todos salgamos ganando y, sobretodo, se
respetaran las emisiones. Les referí que si todas las cadenas de radio y
televisión se ponían de acuerdo en no cortar ningún programa, sino que la
publicidad se diera delante y detrás de aquel, no habría ningún problema si
todos lo respetaran y lo negociaran con las casas comerciales y las marcas.
Todas las empresas que quisieran
publicitar sus productos no tendrían más remedio que aceptar que solo la
publicidad se podría oír o ver entre programas. Lo contrario es una forma de
las radios y las televisiones de no respetar a sus seguidores, su razón de ser,
al tiempo que facilitan la venta de espacios publicitarios con los argumentos
de que en tal emisión que tiene tal seguimiento, al principio tendrá tal
precio, en un primer corte tendrá tal otro precio, etc. Es un juego de dinero,
para sacar más sin tener en cuenta a las personas que les guste escuchar la
radio o ver la tele… así de sencillo. Ahora podrán argumentar otras muchas
cosas, las que quieran, pero mi opinión es esa, lo veo blanco y en botella, por
tanto… leche.
Qué está sucediendo en mi caso,
pues que trato de grabar las emisiones que me gusten y cuando las veo me salto
todos los anuncios. Cuando olvido ponerlas a grabar, comienzo a verlas y cuando
comienzan los anuncios o apago la televisión o le quito la voz y hago otra cosa
mientras se reanuda el programa que esté viendo. De todas formas es un
fastidio, le pierdes el hilo, los debates se enfrían, no entiendo por qué lo
hacen, más allá de lo que refería anteriormente. Si todos se ponen de acuerdo
nadie puede perder, los que quieran anunciarse en radio o televisión tendrían
que aceptar que sus anuncios se oirán o verán delante o detrás de cada
programa. Si piensan que así no tiene efecto la publicidad, ya les digo que de
la forma establecida tampoco, porque los telespectadores aprovechamos esos
minutos para movernos, ir al servicio, leer algo, silenciar el televisor, etc.
y, sin embargo, nos tienen jodidos, ¿quién gana?
Tengo un problema: que siempre
creo hablar en otro nivel diferente al existente, veo las cosas de otro modo y
esto es preocupante. A veces me pregunto por qué lo veo tan claro y la gran
mayoría hace lo contrario, pero por lo general hacen lo que más conviene al
dinero y menos a las personas. Existe una falta de respeto por los demás que es
impresionante, siempre relacionada con la consecución de dinero, con los
beneficios de las empresas, con los intereses por la consecución del poder, con
la persecución del liderazgo del sector que se trate… la gente quiere ser la
mejor, la que esté en lo más alto, la más seguida, la más admirada, de la que
todos hablen, la que marque tendencia… aunque para ello fastidie al resto de
los mortales, hay gente así, es muy triste. Muchas personas comienzan a caminar
y toman como ejemplo a gente de ese porte… muy material y muy poco humana. Los
valores se diluyen cuando hay negocios por medio y muchos están jugando a sacar
lo máximo sin detenerse a mirar cuánto están dejando a los demás. Un mundo sin
valores, es un mundo de autómatas sometidos a un poder material, que más bien
pareciera un mundo de zombis.
Todo tiene arreglo si se aplica
sentido común y un poco de amor por las personas, en primer lugar. Todo nos
puede ir mejor si se anteponen las personas al dinero y se pone la economía al
servicio de los pueblos y no al contrario. Hay más egoísmo del que nos creemos.
Hay más avaricia de la que imaginamos. Estamos mucho peor de lo que percibimos,
y no percibimos más porque estamos bastante muertos. ¡Qué el día de hoy nos
sirva para tomar un poco más de conciencia!
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