jueves, 5 de septiembre de 2024

BUENOS DÍAS


    Como ya os dije, hace unos días se me terminó la suplencia que venía realizando por vacaciones en el equipo de mantenimiento de un hospital, pues como ocurre muchas veces, hay tanta tarea pendiente, que en solo dos días tengo el cuerpo molido. Llevo dos tardes recomponiendo un suelo de pizarra alrededor del pequeño estanque que tenemos en el jardín, se habían levantado algunas lozas y había que volverlas a pegar, pero para ello había que retirar el cemento anterior del suelo para que quepa una nueva capa de pegamento, y todo tirado en el suelo, más bien, de rodillas, y me ha dejado las piernas para presentarme a los juegos paralímpicos. Bueno, eso solo es una anécdota, lo que quiero decir es que cuando puedes estar más relajado, es mentira, te enredas más, tienes asuntos pendientes, y quieres aprovechar el tiempo para despacharlos: coges cita con el SAE para normalizar la demanda de empleo, hablas con la empresa para que confeccione el Certificado de Empresa, coges cita con el SEPE para reanudar las prestaciones por desempleo, el suelo que me estaba esperando, la pintura de los hierros de la verja exterior, rejas de ventanas y cochera, que necesitan asistencia urgente. Asuntos del alquiler del piso de mis padres, que nos estamos entrevistando, yo y mis hermanas, con algunas inmobiliarias, y sin olvidar esas citas antiguas con médicos, acupuntores, etc. La vida da un vuelco de estar trabajando, atendiendo tu ocupación diaria, a quedarte desvinculado de la empresa. No sé cómo se hace, pero te complicas la vida de una manera, desde luego, porque es necesario, hay que acudir a asuntos que se deterioran con el paso del tiempo y el uso, o que estaban pendientes y en stand by.

    Tengo varios amigos que se jubilaron recientemente, y curiosamente, todos coinciden en que cuando trabajaban se sentían más libres que ahora. Por haberse jubilado, es como si ya tuvieran la obligación de hacer todo lo que los que les rodean le encargan: ve a por la nieta al cole, recógela y llévala a tu casa que ya iré a por ella, dice el padre o la madre. Ya que estás sin hacer nada, por qué no vas al hipermercado y haces la compra, o marido llévame a comprar, pues en los casos cercanos, las mujeres no conducen. Hoy toca arreglar asuntos con el banco, cuando no, están de notario o arreglando papeles y contratos de alquiler, pues estos amigos tienen algunos pisos en alquiler como ayuda a su pensión. Lo dicen continuamente, ahora, estando jubilado, trabajo más, estoy más liado que cuando trabajaba.

    Dentro de un rato iré a casa de mis padres, que se pretende alquilar, e iré a revisar algunas cosas que ya sé necesitan un arreglito, pero como dije antes, a la vuelta de nada, tengo que empezar con la pintura de los hierros, y aún hay mucho más por hacer... ¡qué locura! La vida que nos hemos inventado es una pesadilla, tenemos demasiadas cosas, y todas requieren atención, cuidados, mantenimiento, tiempo en definitiva, y así día a día va pasando la nuestra, nuestra vida. ¡Mira que hemos sido torpes, siendo, según dicen, los seres más inteligentes de este plano existencial! Yo lo dudo mucho, perdonen. Toda la vida preocupado, por los problemas familiares, de pareja, los colegios de los niños, los trabajos escolares, que estudien, que aprueben, que busquen trabajo, que lo encuentren, los vehículos propios y los de ellos, los de los hijos, porque cuesta que se hagan responsables de mirarle, aunque solo sea el agua refrigerante, los niveles de líquido de freno y de aceite, vamos, lo mínimo para que el coche nos lo deje tirado y en el coche no se produzca una avería importante. Es sencillo, pues nos llevamos toda la vida detrás de ellos para que revisen el coche, porque ellos con meter la llave, girarla, que el motor ruja y salir pitando, parece que ya es suficiente. Después llegan las averías y el "llanto" porque no saben cómo van a pagar la factura del taller.

    Esto es una lucha interminable, y de ese modo y con ese modelo hemos crecido hasta hacernos mayorcitos, como dicen otros ya peinamos canas y tenemos barriguita. Vamos perdiendo musculatura y los pellejos comienzan a colgar del cuello, de los brazos, vamos, lo típico de la edad, y no hablemos de sentarnos y levantarnos, o de agacharse para recoger cosas que se caen al suelo, esto comienza a ser una prueba atlética de altura. ¡La madre que lo parió a todo este sistema de vida y envejecimiento!

    Seguiremos...

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