Siguen las guerras, así que no nos enteramos de nada, no tomamos conciencia del daño que hacemos a nuestros semejantes, y a todos esos cantamañanas medioambientales de pacotilla le tiro de las orejas, ¿De qué lado están de Israel, de Ucrania, de quién...? ¿Ahora no se está deteriorando el medioambiente, no hay emisiones tóxicas, no se está dando bocados a la Tierra, no se está polucionando a tope? ¿Dónde dejamos el daño que se está produciendo a la humanidad en su conjunto, y a la vida en particular de todos aquellos afectados más directamente? ¿Cuándo nos daremos cuenta que ellos son como nosotros, que sus vidas son como las nuestras, que la misma energía de vida que tenían y les asistía, es la misma energía de vida nuestra, que la energía es compartida? ¿Cuánto horror más van a propiciar? ¿Cuánta pobreza más van a generar, provocando el parón en la industria y los comercios, así como impidiendo que las personas puedan ir a trabajar allá donde hay guerras? Todos los países del mundo deben reaccionar para impedir que haya guerras, porque es el fracaso de la inteligencia que se nos presupone. Es el fracaso de las negociaciones, de los acuerdos, de la capacidad de empatizar, de entendernos, de comprender al otro, de desear para el otro lo mismo que deseo para mí mismo, de respetar al otro, de amar al otro, de comprender que tiene los mismos derechos y obligaciones, de que somos iguales en lo esencial.
Noches sin dormir y bajo las sirenas que anuncian los ataques, el estrés continuado, el miedo y el peligro de perecer en cualquier momento por los efectos o consecuencias de los ataques, se hace patente. Es una destrucción de vidas y una destrucción material continuada, día tras día, y noche tras noche, nunca se puede estar tranquilo o relajado, siempre en tensión y con miedo en cada centímetro de tu cuerpo. ¿Hasta cuándo vamos a tener que estar sufriendo por mor de algunos desalmados y la pasividad del resto de las autoridades mundiales? Las autoridades mundiales tienen sus preferidos, se alinean con unos u otros, por lo general por intereses comerciales, por estar ubicados en zonas estratégicas para mantener a raya a otros, por humillarles, por amenazarles, y todas esas bajas conductas que algunos saben muy bien exhibir con arrogancia y soberbia.
Ni un misil más se ha de lanzar contra las personas, ni contra el medioambiente, no nos merecemos vivir como algunos nos imponen e imponen al Planeta. No es justo que se contamine cielo, mar y tierra, ahora sí, parece que justificadamente para esos salvajes hombres de la guerra, que ni por un segundo se paran a pensar en el daño que están provocando al resto de la humanidad y del Planeta. Gastan millones cada segundo de acción, matan, destruyen, empeoran la convivencia en muchas zonas del globo, y siguen así día y noche, sin importarles las consecuencias de sus actos diarios. ¿A dónde nos llevan esos canallas? El final se puede adivinar, nos sitúa más cerca del abismo, aunque lo revistan de razones inciertas para actuar de ese modo, aunque aparentemente la vida siga entre partidos de futbol y demás deportes, entre festejos locales, entre sesiones circenses protagonizadas por los políticos del mundo, o la invasión mundial que sufrimos por parte de los musulmanes de África.
Es imposible seguir así sin que muchos se contagien del mal, esta aberración del comportamiento moderno del ser humano se ha de acabar para siempre. Las leyes y los acuerdos debieran asegurar el bienestar de la gente y la paz entre todos los países, así como pactar la colaboración sincera entre todos para obtener los mejores resultados y los mayores avances en todos lo campos. Para mí, el único sentido que tiene esta existencia.
Seguiremos...
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