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No tengo una idea firme sobre la que escribir, sin embargo ha sido solo pensar en ello y ver que hoy se me termina el contrato de sustitución de vacaciones de verano en una entidad pública andaluza, y no he podido evitar pensar en que Sánchez hace unos días ha ofrecido trabajo a 250.000 mauritanos, ¿dónde está el trabajo para mí?
No es broma, hoy día 2 de septiembre se acaba el contrato que me vincula desde el 1 de julio al SAS (Servicio Andaluz de Salud), como ya me ha sucedido en muchas ocasiones, ahora toca reclamar mi certificado de empresa, más bien recordarle que lo manden al SEPE cuanto antes para poder normalizar mi situación de desempleado y reanudar mi subsidio para mayores de 52 años. Trabajo desde los 16 años, pero tuve la mala fortuna de quedar desempleado, a causa de la crisis y el cierre de la empresa en la que estaba desarrollando mi trabajo, con edad avanzada. Desde entonces ha sido un dar tumbos de un contrato a otro, de una empresa a otra, alternados con periodos más o menos largos de desempleo. Yo que lo vivo en mis propias carnes, que ya tengo 65 años, pero que por causas de la vida no me puedo jubilar hasta julio de 2025, siempre he estado a disposición de la oferta de trabajo que se me ha presentado, pero quiero trabajar hasta que llegue el 23 de julio del año que viene, día de mi jubilación según La Seguridad Social, y no tengo empleo continuado hasta entonces. Es por ello, que cuando veo y escucho los ofrecimientos como el que hizo Sánchez en Mauritania, o la masiva acogida de inmigrantes, me pregunto: ¿Qué futuro se les puede ofrecer, si los de aquí no tenemos trabajo, si no hay suficientes puestos de trabajo, si seguimos más de tres millones en el paro? Vamos a ser sensatos, se acogen personas cuando hay medios, y en el caso de la inmigración, es tener capacidad para facilitarles techo y trabajo, no para regalar dinero de todos los españoles a personas que no vienen de sus países porque estén en peligro de muerte, sino porque como dicen todos los defensores de la inmigración, quieren buscarse un futuro... ¡Si no lo tenemos ni los de aquí!
Este sistema no vale, ni los políticos con poder saben donde están de pie, ni cómo se ha de llevar un país, ni saben organizar la economía para no depender del dinero que nos rescate continuamente y nos endeude al mismo tiempo. No hay un proyecto de país para llegar a ser autosuficientes, para lograr el equilibrio entre lo que se gasta y lo que se ingresa. No pagamos todos por igual, en proporción a los ingresos que tengamos. Se permite a los más poderosos que hagan ingeniería fiscal y paguen cantidades ridículas en comparación a las cifras que manejan. Los políticos se arrodillan ante los grandes empresarios y ante los banqueros. No se penaliza la evasión de capitales, los engaños a Hacienda, etc. No se persigue el fraude sino que se hacen amnistías para que normalicen los dineros defraudados, abonando cantidades ínfimas. No se castiga a los defraudadores, por lo tanto se da pie a ello, se fomenta. Hacen encajes de bolillos en paraísos fiscales y blanqueando dinero mediante una cantidad de empresas fantasmas o pantallas, que así les llaman otros. Los gastos son desmedidos porque los políticos no tienen responsabilidad sobre el dinero público que se pone a su disposición mediante presupuestos que se adulteran, abonando dos y tres veces el valor de lo que estaba proyectado, desviando dineros para asuntos que nada tienen que ver con las partidas presupuestadas y sus destinos. Todos sabemos de políticos y sindicalistas que se lo gastan en gambas, en discotecas, en lencería para sus queridas, en viajes con la familia, en droga o alcohol. No su dinero, sino el que es de todos y su destino han de ser los servicios públicos y las nóminas del personal público.
Seguiremos...
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