jueves, 26 de septiembre de 2013

LA PICARESCA DEL TRABAJO


Que lamentable se me hace que en muchas cosas que se hacen en la vida, y por la tendencia a salir beneficiados, algunos solo piensen en si mismos, arrimando ascuas a su sardina, perjudicando a otros. Que lamentable me parece que tengamos que estar en alerta continuamente para que otros no se queden o sirvan de lo que nos corresponde. Por último, en la misma línea, que lamentable es que tengamos que estar buscando la legislación porque la otra parte sabiendo que debería aplicarla no lo hace, o la aplica según su conveniencia.
Lo que es de una parte, es suyo y le corresponde, la ley le ampara y nadie ajeno ha de venir a conculcar lo que las normas dictan, pero igual para una parte actora o interviniente como para la otra.
Por qué la costumbre de negociar a ganar sola una parte, por qué exigir lo que se sabe no es legal o simplemente no corresponde. ¿Hasta cuándo se tiene que estar tolerando las presiones e insinuaciones, que pretenden algunos convertir en norma de conducta?, Por qué algunos utilizan la desestabilización del grupo para manejarle mejor, por qué hacen mención a lo que rumorean terceros, tal vez incierto o inventado, para con la mentira cohibir al grupo.
Esas maniobras se ven desde el exterior, solo los más ingenuos piensan que un colectivo puede ser manipulado burdamente, pero esto no es cierto, mucho menos cuando se trata con personas mayores que tienen una cierta preparación, formación y saben hacer sus consultas; por no decir que conocen las teclas que hay que tocar para saber la verdad del asunto, e incluso pueden enterarse como dar la vuelta a la tortilla, o hacer intervenir a terceros que podrían obligarles a tratar al grupo con el respeto que se merece y la legislación correspondiente, no la amoldada a sus intereses.
Generalizo, no hablo de un caso concreto, aunque si me refiero a una forma de interrelación habitual en cuestiones laborales principalmente. Es tan frecuente que diría se está dando en un elevado porcentaje de relaciones laborales, pues muchas empresas conviven con la ilegalidad, en mayor o menor grado.
Los empresarios no son ogros, las empresas no son campos de concentración, no faltaría más, pero en el juego monetario, el empresario es el banquero, y generalmente antepone el euro a cualquier otro derecho, es por ello que insisten en el despido libre, es por ello que se saltan la ley en muchas pequeñas cosas, que suelen suponer pequeños recortes de los derechos del trabajador. De la suma, a todos sus empleados, de esos pequeños recortes no legales, se obtiene un desembolso más ajustado, menores gastos para la empresa. ¿Quién o qué autoriza al empresario a aplicar medidas unilaterales que escapan de lo reglado en un convenio, o en la misma ley?
Para ir acabando, me vuelvo a preguntar por qué no es posible, en muchos casos, un trato de respeto y consideración mutuos entre trabajador y empresario. Por qué se ha de ver y representar como una relación de partes contrapuestas, enemigos los unos de los otros, si el fin debería ser el mismo, formando un grupo o equipo de trabajo cohesionado, con un objetivo común, válido para todos, del que todos se beneficien, creciendo y prosperando.

Por qué se han de convertir las relaciones laborales en interminables y disgustadas jornadas, llenas de sinsabores y discusiones si todo está reglamentado, legislado, y solo hay que ser lo suficientemente responsable  como para saber interpretarlo, aplicarlo y respetarlo.

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