martes, 11 de agosto de 2015

CASI TUAREGS

                                               Imagen: www.datuopinion.com


Por fin el tiempo nos ha dado una tregua, en la tarde de ayer corría una brisa muy agradable y las temperaturas han descendido del orden de unos nueve grados. Ahora si se puede respirar y pasear, las terrazas de los bares estaban llenas. Las personas salimos de nuestras casas, de nuestros salones, en donde nos habíamos recluido, perpetrados con nuestros aires acondicionados. Si no llega a ser por estos aparatos, no se que hubiéramos hecho, los aires acondicionados son imprescindibles por estas latitudes; al menos que no se mueva uno para nada, ponga toda la casa bien oscura desde por la mañana y tengas todo el día un buen ventilador funcionando.
El calor ha llegado a ser tan elevado, que no se tenías ganas de hacer nada, vamos, que no asomabas la nariz ni a la puerta de la calle. El bofetón de calor que te llevabas, si abrías la puerta, era como para pensarlo dos veces. ¡Cómo hemos sufrido los azotes del calor durante Julio y lo que va de Agosto!
Esta mañana mantiene la tónica de ayer tarde, hace fresco aunque no corre ninguna brisa, lo que hace que la sensación térmica sea más elevada. Quiero decir que parece que la temperatura es algo mayor que la de ayer tarde-noche. Espero que esto no signifique que los termómetros se vayan a disparar de nuevo. Según he oído a los expertos, vamos a tener unos días frescos, le van a suceder otros calurosos pero que no se alcanzarán las temperaturas vividas semanas atrás. Dicen, que ya lo peor ha pasado, que el resto del mes de Agosto será más llevadero, ¡eso espero!
Estar todo el día apático, sin ganas de hacer nada ni de moverte del sillón; resulta lamentable. Sin poder salir a caminar ni hacer ejercicio de ninguna clase, todo el día y la noche encerrados en habitaciones con aire acondicionado; te da la sensación de que la artificialidad se te va metiendo por las fosas nasales y parece que eres de plástico. La vida se ralentiza, hay mucha menos actividad física, mental, etc. porque no apetece nada de nada.
Como la idea de llegar a ser un desierto, de llegar a tener que vivir en él, se te llega a pasar por la cabeza; te das cuenta de que solo puedes permanecer lo más quieto posible, en el ambiente más oscuro y si no tuviéramos los electrodomésticos que tenemos, tendríamos que estar cubiertos de finas telas para refrigerarnos con nuestro propio sudor. Es inevitable no ver en tu mente a los Tuaregs, a los hombres del desierto, cuando vives bajo los efectos de un Sol abrasador. Y te imaginas que se adoptaría una forma de vida semejante a la de ellos, para eso son los maestros de la supervivencia en un medio tan hostil. Entonces, comienzas a explicarte algunas cosas y comprendes algunas otras, relacionadas con su forma de ser o de vivir. O sea, que cada situación requiere unos hábitos o costumbres y, si viviéramos en su medio seríamos como ellos y viceversa.

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