martes, 18 de agosto de 2015

VIOLENCIA DE GÉNERO

                                         Imagen: www.telegraph.co.uk


La violencia de género no cesa. Se incrementa el número de mujeres asesinadas en el territorio nacional. Muchas voces reclaman de la Administración que haga algo más al respecto. Si lo piensan, verán que es bastante difícil solucionar este problema.
No se puede destinar un policía para que conviva con cada familia de este país. Se ha habilitado el teléfono 016 que no deja rastro en la factura, para que se puedan denunciar los malos tratos, las amenazas, etc. Los jueces dictan órdenes de alejamiento, que no siempre se cumplen. Se hacen campañas de sensibilización en ciertos colectivos vulnerables, para que se atrevan a denunciar, unas veces o, para que el grado de respeto hacia la pareja, aumente. Lo que es inevitable y, lamentablemente, seguirá siendo inevitable es que en el seno de una familia “normal”, se tenga una fuerte discusión que acabe en tragedia. Dicho esto, habría que solucionarlo de otro modo, estamos todos de acuerdo; pero siempre será una posibilidad de que la desgracia ocurra.
Hay varias cosas a destacar, debe haber una actitud inflexible por parte de las victimas de denunciar a sus agresores, desde el mismo momento que se produce la primera agresión física. Si fuera verbal, ya podría ser suficiente para que se ponga en alerta y si lo cree conveniente denunciarla.
Por otro lado, los jueces deberían ser implacables con estos delitos, ayudados por una ley dura y con unas medidas efectivas de alejamiento; que apenas fueran trasgredidas se castigaran a sus infractores muy seriamente.
Por último, nos queda la educación. Desde pequeños, en las casas y en las escuelas, tiene que recibirse formación y educación, que nos conduzca hacia una forma de relacionarnos con los demás con respeto y amor. La educación es la base de la conducta y, solo con buenos cimientos, se pueden levantar grandes edificios. Los padres han de dar ejemplo de una relación cordial y respetuosa. Los educadores deben complementar esa labor educativa, que los niños deben traer de casa cuando ingresan en la escuela.
Las personas tenemos que formarnos físicamente, mentalmente y espiritualmente. Si abandonamos algunas de estas parcelas, no nos completamos adecuadamente. El tema espiritual, que algunos pueden confundir con religión, no forzosamente pasa por ahí. En la educación falta mucho de introspección, de vivirse interiormente, de autodescubrimiento. Esto es lo que yo le pediría a la Administración para forjar personas con otro grado de concienciación y, por tanto, de respeto y amor hacia los demás. En la educación, habría que incorporar disciplinas de concentración, de relajación, de meditación; disciplinas como: Yoga, Chi-Kung, Tai-Chi, etc., que son técnicas milenarias de probadas repercusiones para el equilibrio y la salud, tanto física como mental. Cuando se profundiza en estas disciplinas se despierta el ser espiritual que somos, se expande nuestra conciencia, teniendo cabida los otros. Nuestro comportamiento se vuelve menos egoísta y se ama mucho más a las otras personas. Esto es necesario para no llegar a hacer daño a nadie.

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