lunes, 29 de agosto de 2016

REVERTIENDO LA PESADILLA




Recuerdo que desde pequeño, la noche que tenía una pesadilla, me angustiaba, sudaba, mi corazón se disparaba, corría y parecía que cualquier esfuerzo no valía para ponerme a salvo. Los malos aparecían por cualquier lado y no podía salir de aquella mala experiencia. Al despertar en aquellas condiciones estaba agotado, no había descansado y casi no había dormido. Haber estado acostado se parecía más a haber estado en un cuadrilátero de lucha, que haber estado sobre el colchón.
Cuando joven, sobretodo, estos episodios eran más frecuentes de lo que yo hubiera deseado. Sin embargo, la evolución de los mismos se ha hecho palpable en los últimos años. Ha sido, primero, teniendo capacidad de esconderme, alterándome menos y, posteriormente, haciéndoles frente a los malos, a los que me perseguían, a los que me querían aniquilar, pero terminando cansado, estropeándome la noche y el sueño.
Hoy ha sido totalmente diferente, no podían conmigo, la ausencia de miedo era total y mi contra era súper efectiva. El que venía a por mí se llevaba su merecido. Parece que en el sueño yo había descubierto algo que acusaba a un sector de los malos, gente delincuente y peligrosa. Vi un cadáver en un lugar determinado y a algunos aquello no le parecía bien y trataron de borrarlo con la ayuda de un compañero mío. Tal compañero se hizo pasar por alguien que iba a protegerme, y me llevó a la zona peligrosa donde, hábilmente, se quitó de en medio, dejándome a merced de aquella mala gente. En el momento que mi compañero se hubo esfumado, grupos de personas de aquella calaña comenzaron a inquietarme y amenazarme, pero se encontraron que los fui eliminando tal como se enfrentaban a mí. Una vez me libré de ellos, y tal como pienso que hay que hacer, me fui a por mi compañero, volví al lugar donde nosotros residíamos, y la sorpresa que se llevó fue menuda. Primero se puso de mi lado, trató de justificar lo sucedido, me explicó algo sobre el cadáver que yo había descubierto, y el conflicto generado con los malos. Algo que solo me confirmó, aún más, mis sospechas de que él estaba compinchado con los delincuentes. Le dije que me seguían, que vendrían a por mí y que necesitaba un arma. El me ofreció una que podía disparar balas o pelotas e incluso algo como balines de plástico. Al principio acepté el arma tal como me la entregó, miré el cargador y había algunos huecos sin balines, interpreté que me la dio así por si la utilizaba contra él, habría disparos falsos. No obstante, procuré hacer unas pruebas disparando en su presencia contra algo, y procuré hacer toda la puntería que me era posible para que entendiera con quien se la jugaba y qué le podía suceder si se enfrentaba a mí. Cuando terminé la práctica le pedí que me diera balas de verdad y me trajo una caja, entonces le advertí de lo que me había hecho y de que no se lo consentiría una próxima vez.
Los malos siguieron viniendo y yo los iba liquidando conforme se enfrentaban a mí. No podían conmigo y yo había sido justo dando una oportunidad a mi compañero. Ahora sí, desperté y me sentía fuerte, capaz, luchador, descansado y vital. He encendido mi ordenador y he tratado de plasmarlo lo más fielmente que me ha sido posible. Entiendo que nuestras pesadillas son nuestros miedos y nuestros asuntos no resueltos, almacenados en alguna parte de nuestro cerebro. Ahora parece que todo está bastante más claro, como si se hubiera actualizado el contenido del disco duro. ¡Feliz día a todos!

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