domingo, 4 de febrero de 2018

LA SEGURIDAD SOCIAL POR AQUÍ ABAJO





Cuando suceden los accidentes es cuando te das cuenta de que a la Seguridad Social le faltan recursos materiales y humanos, seguramente, debido a la dichosa crisis que se inventaron algunos e impusieron a los que menos tenemos. El domingo pasado por la noche me llamó mi padre, serían las 21,30h, me dijo que mi madre se había caído justo al entrar a la cama y se quejaba como si se hubiera roto algún hueso de la pierna. Mis padres son mayores, viven solos y él no podía ayudar a incorporarse a mi madre, ya había llamado al 112 y le dijeron que no había ambulancias disponibles, que en cuanto quedara alguna libre irían a recogerla. En el mismo bloque de ellos vive un primo mío, le dije a mi padre que fuera a buscarle para que le ayudara y que dejara a mi madre tapada con una manta para que no se enfriara mientras aguardaba en el suelo.
Me vestí a toda prisa, mi esposa me acompañó, condujo a todo cuanto los límites de velocidad permitían y, aproximadamente, pasados unos quince minutos, veinte a lo sumo, ya estaba en casa de mis padres. Tal como le dije a mi padre salieron las cosas, mi madre ya estaba sentada en un sillón de su dormitorio, bueno, más bien estaba un poco repanchingada, o sea, que yacía sentada tal como entre los dos, mi primo y mi padre, la habían podido sentar puesto que mi madre no tiene mucha fuerza ni agilidad para poder colaborar, mucho menos con una pierna accidentada. Le miré a la cara y su aspecto no era malo, parecía tranquila, no sufría un dolor que no pudiera soportar, pero la ambulancia no llegaba y ella empezó a inquietarse de estar en aquella postura, un tanto inadecuada y torcida. Si tratábamos de moverla se quejaba de la pierna a la altura de la ingle. Miro detenidamente su pierna derecha cuyo pie estaba girado hacia afuera, en una posición un poco forzada y pensé: “se ha fracturado la cadera”. Ya con mi convicción del posible daño que sufría no me atrevía a moverla, creí que lo más oportuno era que los sanitarios fuesen los que le ayudaran a cambiar de posición, que son los que saben, o eso suponía yo. Vuelvo a coger el teléfono, habían pasado cuarenta y cinco minutos, aproximadamente, desde la anterior llamada al 112 que realizó mi padre.
-       Señorita, mi padre llamó hará unos cuarenta y cinco minutos porque mi madre se ha caído y creo que tiene fracturada la cadera, la hemos podido sentar, está un poco molesta, pero no sabemos cómo moverla para no producirle daños ni sufrimiento.
-       Sí, nos consta esa llamada, pero es que no hay ambulancias libres, vamos a tratar de mandar una en cuanto quede libre.
Esto es emergencia, así está de colapsado el servicio de urgencias para movilizar y atender pacientes que sufren un accidente, al menos en el hogar, sin conocer las repercusiones de los daños sufridos. Por lo tanto, hasta pasada una hora de la primera llamada no aparecieron por casa, lo que en mi opinión eran dos técnicos de ambulancia, o sea, dos personas de formación profesional, un conductor y un camillero, así lo aprecié por lo que hicieron, cómo lo hicieron y la falta de criterio médico, la corta exploración, etc.
El siguiente paso, una vez nos hallábamos en urgencias de traumatología es dar los datos en admisión. Había tres trabajadores del hospital tras el mostrador, uno de ellos atendía a la única persona que estaba delante de mí. Los otros dos permanecían impasibles, sencillamente, no hacían nada ni nada decían. Cuando la trabajadora que atendía a la persona que estaba delante de mí, estaba finalizando su trabajo, se le ocurre, graciosamente, a otro de los trabajadores o administrativos, preguntar qué quería. Le explico, recoge los datos y me da un adhesivo que debo poner en mi ropa para especificar que soy el acompañante de la enferma y una pulsera de papel, igualmente adhesiva, para ponerla en la muñeca de mi madre.
Los pasos siguientes fueron varias horas en una zona que no entiendo por qué se llama: Triage, donde te mueres de risa mientras te llevan a hacer las radiografías pertinentes, y te vuelves a morir de risa junto a la camilla hasta que miran los resultados, te pasan con el médico o la médico y deciden donde van a dejar la camilla porque al parecer no hay camas libres en las plantas correspondientes a traumatología. Cuando decide la médico hacer una primera intervención para estirar la pierna, elevándosela y colgando de la misma una pesa, observo que le pide a una de la enfermeras que vaya a por una férula de… no soy capaz de repetirlo, dijo un nombre que yo jamás había escuchado. La enfermera se adentró en una habitación de enfermería que debía ser un almacén y retornó diciendo que no quedaban férulas de esas, así que improvisaron lo que le pareció, total, nosotros no la íbamos a echar de menos, tampoco sabíamos lo que era. Cuando terminaron esta primera intervención me dijo la doctora que mi madre debía permanecer ingresada unos días porque tenían mucha carga de trabajo y no podrían operarla hasta final de la semana, del miércoles en adelante. Por otro lado me dijo que pasaba a observación porque no había camas disponibles, pero que en esa zona no se admiten acompañantes, que me fuera a casa. Eran las dos de la madrugada, mi esposa que me acompañó hasta un rato antes en el que decidí pasar la noche con mi madre se había ido a casa, se llevó mis llaves y también el coche. Mi esposa había llevado a mi padre a su casa para que descansara y yo estaba en la calle, sin vehículo, sin llaves, sin haber cenado debido a toda la movida, etc.
Al día siguiente, a partir de las nueve, llamo para conocer cómo había pasado la noche, en admisión me dijeron que lo podría hacer, pero los teléfonos, me dieron dos, uno no dejaba de comunicar y el otro no lo cogían, porque después supe que los atendía la misma persona. Más tarde me llama esa persona y me dice que debemos pasar por el hospital a llevar el tratamiento que toma habitualmente mi madre. A la hora estábamos, mi padre y yo, con el pastillero tamaño familiar, con todas las pastillas de la semana y los momentos de las tomas de las mismas. En ese instante, nos dicen que deberíamos llevar los nombres de las pastillas. Bueno, no se preocupe, como vamos a volver a las 13h para hablar con el médico, los traeremos. Se me ocurre coger cada envase y cortar una de las pestañas donde aparece el nombre del principio activo de cada pastilla que se toma a diario. Cuando la entrego me dice el médico que deberíamos haber llevado las cajas con las pastillas y le dije que habíamos entregado por la mañana el pastillero y que ahora le traíamos el nombre de todos los medicamentos contenidos en el pastillero y se quedó medianamente convencido. Posteriormente, llegó el momento de la visita y se produjo un lamentable encontronazo con un enfermero, tal vez, el que menos culpa tenía pero volvió sobre el tema de las pastillas y las cajas, discutimos, pasé de él de un modo poco educado porque estaba harto del tema y porque a todos les decía que era fácil saber lo que tomaba mi madre si comprobaban su historial clínico, de lo contrario, la señorita que me había llamado por la mañana podría haber dicho: “Traiga las cajas de las pastillas que toma su madre, con las pastillas dentro”, ya no hay duda ninguna de lo que quiere. Fue desagradable y cuando comprendí un extremo que hasta ese momento mi ofuscación no me permitía ver, le pedí disculpas. Me explicó que cada laboratorio encapsula o fabrica pastillas con diferente apariencia y que con las pastillas físicas y los nombres no era suficiente para identificarlas y hacerse responsables de lo que le estaban dando… fue entonces cuando comprendí la importancia de lo que me refería el enfermero… y sinceramente, lo siento.
Ese mismo día, en la visita al área de observación, le habían asignado cama 304.2, nos lo comunicaron a las dos de la tarde, y tuvimos que esperar hasta las once de la noche que la subieran a planta,  porque la enferma dada de alta de aquella cama llevaba desde las tres de la tarde esperando la ambulancia para el traslado. A las once de la noche viene un celador y comienza a manipular la camilla y me dice que vamos a la habitación, pero cuando llegamos a la planta sale la enfermera jefa y le dice al celador que no puede ocupar la habitación porque hay que limpiar y solo hay una limpiadora para todo el edificio de traumatología. Volvimos a Observación y esperamos otra media hora hasta que definitivamente fue reubicada la camilla donde le correspondía.
La han operado, ha estado tres días ingresada y le han dado el alta, pero con la salvedad de que no puede poner la pierna operada en el suelo, debe guardar reposo durante un mes, es viernes le dan el alta a las tres de la tarde y no llega la ambulancia hasta las nueve de la noche. Su ambulatorio está cerrado y los fines de semana no abren. Nos la mandan a casa, una persona metida en carnes, con un peso nada manejable, mi padre una persona mayor… un problema del que la Seguridad Social se lava las manos. Se puede solicitar asistencia domiciliaria en su ambulatorio pero ya no es posible hacerlo hasta el lunes, y me han dicho que solicitarla no quiere decir que al día siguiente la asistencia esté en su casa. Pasamos una noche de aúpa y ya por la mañana como es lógico hay que cambiar los pañales, porque no se puede levantar de la cama por prescripción médica, había que  lavarla, etc. Dos horas bregando con su cuerpo, sin tener habilidades para manejarlo, mi padre que perdía los nervios ante la incapacidad y ver el horizonte del mes que teníamos por delante. Cuando empezamos a moverla, las heridas comienzan a supurar o expulsar líquido y entiendo que aquellas heridas necesitan asistencia sanitaria. Busco en Internet el número de teléfono de urgencias de su ambulatorio y llamo. Me dicen que van a mandar una ambulancia, que llega pronto y la trasladan al hospital donde fue operada. Llegaríamos sobre las diez de la mañana y entre pruebas y esperas nos dio las nueve de la noche, más un buen rato de espera de la ambulancia, total, a las diez y cuarto de la noche mi madre aterrizó por su casa… desde las diez de la mañana, ¡terrible!, nos comunicaron que el TAC tardarían en hacerlo porque solo había un radiólogo de guardia especializado en hacer los TACs en todo el hospital. Siempre me acuerdo en esos momentos de Rajoy y me digo: si su padre o madre necesitara estos cuidados ¿tendría que echar tanto tiempo o, igual que con las leyes, la sanidad no es igual para todos? Sé que no sucedería como nos sucede a usted o a mí, ellos son los privilegiados de esta sociedad que mantenemos nosotros con nuestros esfuerzos, ellos parecen que están para recaudar, hacer caja y el reparto: esto para servicios públicos, esto para el partido, esto para mi cuenta y esto para la que tenemos en Andorra, Suiza o Panamá.

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