domingo, 23 de septiembre de 2018

EL ACCIDENTE DEL TREN ALVIA DE GALICIA

                                             DOCUMENTAL FRANKENSTEIN 04155

Le recomiendo que vea en You Tube el documental Frankenstein 04155, ese es su título. En dicho documental descubrirán la verdad de lo sucedido en el accidente del tren de alta velocidad que hacía el recorrido entre Madrid y Ferrol. El tren descarriló en 2013 en una curva a escasos kilómetros para llegar a la estación de Santiago de Compostela. Murieron ochenta y una personas, quedando heridas otras ciento cuarenta y siete. El accidente se produjo al descarrilar el tren en una curva por la que se debía pasar a ochenta kilómetros por hora, y el tren la tomó a ciento noventa kilómetros por hora. Los maquinistas desde el año anterior al accidente venían interponiendo quejas a la empresa ADIF porque dicha curva aparecía muy de repente, sin la señalización adecuada y suficiente, exigiendo un cambio de velocidad en apenas doscientos metros desde doscientos cincuenta kilómetros por hora a ochenta kilómetros por hora. En esos mismos escritos remitidos por los maquinistas a la dirección, exponían del peligro de no llevar activo el sistema de seguridad ERMTS en las máquinas. Este era un sistema de seguridad que leía las indicaciones de velocidad fijados por los técnicos de ADIF para cada tramo de vía, adaptando en cada momento la velocidad del tren a la máxima permitida; pero según la dirección de ADIF, llevar activo el sistema de seguridad producía el retraso de unos minutos en la llegada del tren, por lo que dieron orden de desconectarlo poniendo en riesgo la vida de todos los viajeros de esa línea.
Si el retraso era de unos diez minutos, por qué no se modificó la información dada a los viajeros, por qué no se anunció que el tren tenía su llegada diez minutos más tarde, pero no en el viaje siniestrado sino que ese viaje duraba diez minutos más. No puede ser que publicitar diez minutos menos de viaje equivalga a una negligencia como la cometida, con unos resultados tan nefastos. Cuando sucedió lo que todos sabemos, todos los políticos que tuvieron que ver con el accidente, por un lado el Ministro de Fomento del PSOE, José Blanco, y su homóloga del PP, Ana Pastor, no dieron la cara para nada, por otro lado, típico de los políticos, escurrir el bulto y no hacerse responsable de nada. Los señores nombrados a dedo por estos en los puestos de “responsabilidad” de la empresa pública ADIF, que se cartearon con sindicatos y maquinistas echando balones fuera y dando órdenes de desconectar el sistema de seguridad ERMTS, igualmente, se quitaron de en medio sin asumir ningún tipo de responsabilidades.
En la investigación se comprobó que para que ese recorrido se pudiera completar en los tiempos que prometieron los políticos, se tuvieron que hacer demasiadas chapuzas. El mismo tren era un engendro de diversas tecnologías existentes en otros trenes, de ahí el sobrenombre con el que muchos le conocían: Frankenstein. El tren no cumplía con las especificaciones de la misma empresa ADIF, no debía sobrepesar las 18 toneladas por eje, pero los furgones generadores excedían ese peso máximo por eje. El tren se tuvo que modificar para que se pudiera adaptar a diferentes anchos de vía, porque algunos tramos no eran vías específicas para trenes de alta velocidad. El maquinista reconoció que se despistó, que se tragó la curva por esa escasa señalización que, recurrentemente, reclamaron por escrito a la dirección para que se aumentara, y así evitar accidentes.
Ochenta y una personas perdieron la vida y ciento cuarenta y siete resultaron heridas de diferente consideración por la negligencia de unos directivos ineptos que primaron los minutos de menos a la seguridad de las personas, y ahí están en sus puestos porque en España hay poca justicia o ninguna cuando los culpables son los políticos y los hechos son graves.
El Gobierno gallego, con Feijoó a la cabeza, que no tiene vergüenza ninguna, quiso acallar a los familiares y a las víctimas en un acto de entrega de medallas, pero los familiares de las víctimas y las víctimas rehusaron, no querían medallas, preferían el reconocimiento de lo que había sucedido, de la negligencia cometida y que pidieran perdón por ello. Acudieron al acto pero el Gobierno gallego dio órdenes a la policía y antidisturbios para que les recibieran e impidieran el acceso al recinto donde, circensemente, se estaban imponiendo las medallas. Así son algunos políticos, te matan, no reconocen haberlo hecho y te impiden que protestes. El proceso continúa, supongo que como de costumbre, estarán esperando que prescriba… ¡sinvergüenzas!

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