domingo, 9 de septiembre de 2018

LOS CONSTRUCTORES DE COCHES DECIDEN, LOS GOBIERNOS OBEDECEN

                                              Imagen: crashoil.blogspot.com

Una vez más, refiriéndonos al mercado del coche eléctrico, podemos comprobar que los intereses políticos van por un lado y los intereses de la humanidad van por otro. En estos momentos, los constructores de coches como ya pasó en EEUU en los años cincuenta y principios de los sesenta, comienzan a oponerse a la expansión en ventas de los vehículos eléctricos. Hacen esfuerzos para presionar a los gobiernos de que no es buena idea dirigir la producción de vehículos hacia los de tracción mediante motores eléctricos. Estos vehículos tienen miles de piezas menos en movimiento, lo que afectaría a toda la industria auxiliar, no tienen revisiones, cambios de aceite y filtros, tienen muchas menos posibilidades de sufrir averías, todo ello beneficia al usuario de un coche eléctrico, pero los concesionarios con sus redes de talleres, así como muchos actuales fabricantes de recambios, se verán afectados, lo que supondrá menos producción, despidos y posibles  cierres de empresas. Es ahí donde comienzan a chantajear a los gobiernos, y es cuando me pregunto: ¿están por arreglar el problema del medio ambiente, o vuelven a imponerse los problemas particulares de cierto sector comercial e industrial?
Llevamos años inmersos en políticas publicitarias a favor del coche diesel, abarataron el combustible diesel comparado con la gasolina, hicieron promociones de venta para acercar el coche diesel a los particulares, puesto que eran vehículos más ruidosos y toscos que los gasolina, pero vendieron su robustez, su menor mantenimiento, su larga duración, su mayor eficiencia y ahora se lo quieren cargar por ser más contaminantes, según nos dicen. Los fabricantes tienen invertido mucho en la fabricación de los vehículos diesel y se niegan a dejar de fabricar estos coches que los gobiernos quieren eliminar de nuestras calles y carreteras. Pero también son reacios a la fabricación masiva de coches eléctricos porque prevén menores beneficios, así que ponen todo tipo de trabas a su construcción y comercialización. A lo primero que se agarran es a la argumentación de la poca autonomía que tiene un coche de estas características. La gran mayoría de la gente tiene el coche parado en la puerta de su casa, cogiéndolo solo en momentos puntuales del día para hacer algún recado y volver a casa. Con ese uso, o ir y volver de sus trabajos, nadie tendrá problema con la autonomía de un coche eléctrico. Además, esto sucede, me refiero a la baja autonomía porque no le ponen otras baterías de mayor autonomía, que también existen. Los coches de la marca Tesla, con rendimientos de coches deportivos, o sea, consumiendo mucha más energía, tienen autonomía para cuatrocientos o quinientos kilómetros; con esas baterías cualquier automóvil utilitario tendría autonomía que, tal vez, no requiriera cargar las baterías más que una vez a la semana. Por otro lado, cada noche puedes tener el coche en carga para que esté preparado para trabajar al día siguiente.
La sociedad no progresa al ritmo que podría hacerlo, porque parte de la sociedad es mala para la propia sociedad, pone palos en la rueda mirando por sus propios intereses, en lugar de tener en cuenta los intereses de la colectividad, en este caso que tocamos, del medio ambiente, tratando de no emitir gases nocivos para las personas y para el Planeta. Llegados a este punto, la OMS (Organización Mundial de la Salud) tendría algo que decir pero delega sus responsabilidades en pos de lo que diga y haga la industria automovilística, igual que sucede con la industria farmacéutica o la alimentaria, a cuyos pies está postrada. No somos capaces de elegir lo que es saludable o no para el conjunto de la población mundial, sino que volvemos a estar a merced de lo que venga bien a los fabricantes de un sector, en este caso el automovilístico, como estamos a lo que quiera el sector de la alimentación vendiendo venenos mezclado con los alimentos, el sector de los herbicidas y pesticidas, el sector del tabaco y bebidas alcohólicas… los gobiernos siempre adormeciéndose en sus brazos y tragando por todo lo que estas industrias quieren imponer al resto de la sociedad.

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