martes, 18 de diciembre de 2018

VIOLENCIA Y CHAPUZA EDUCATIVA



Ninguna ley ni ningún presupuesto es capaz de poner fin a que ciertas personas, individuos más bien, acaben con las vidas de otras personas. No entiendo cómo hay cantidad de gente pidiendo presupuesto o una ley para que no se vuelvan a repetir los asesinatos. Nadie puede vigilar a todos los malvados al mismo tiempo. Nadie puede asegurar que alguien vaya a ser agredido o matado. Tendríamos que tener cada uno a un policía como guardaespaldas y que el policía no fuera el malo. Así que se aventura un mal final, a menos que acrecentemos el nivel de educación, respeto, conciencia y amor por los demás y por uno mismo. Si todo esto no se consigue… ¡estamos perdidos!
¿Cómo hacerlo o lograrlo?, he ahí el quid de la cuestión. Esta sociedad está cada día más alterada y removida, bien por asuntos económicos, políticos, laborales, militares, religiosos y otras contiendas geopolíticas que tienen mucho que ver con el dinero, los recursos…, en definitiva, con el poder. La gente está agresiva en la calle, en los trabajos, en las aulas, la falta de sentido común se hace patente en todos los ambientes sociales; hay demasiados prejuicios, muchos son muy suspicaces, no encajan bien, como los malos boxeadores, discuten, se eleva la voz con suma facilidad. La gente hace daño a otra gente por intereses propios que se apartan de los de su vecino. Hay carencia de flexibilidad y tolerancia… una chica sale a hacer deporte por la montaña y desaparece, la han asesinado como le ha ocurrido a la maestra de Zamora que llevaba una semana trabajando en Huelva. Una vida cercenada porque uno o varios descentrados por unos minutos de placer, hacen uso del abuso de la fuerza para obtener lo que no les pertenecía ni le permitían. Ahora no vale que los que juegan a ser más buenos que nadie, vengan a darnos lecciones de moralidad y nos digan que esas personas se han de reinsertar, porque yo me pregunto, aunque suene mal… ¿y su víctima qué oportunidad tiene de volver a seguir con su vida?
La ley no puede estar de parte de los malos y asesinos, como en este caso. Hay casos perdidos, criados en la delincuencia y el mal vivir, inocentes o no, que ni siquiera se han tomado un segundo para preguntarse si lo que hacían o han hecho durante toda su vida, es correcto; ¿qué arrepentimiento se espera de esos individuos? El que arrebata la vida a otro sabiendo lo que hace, tiene que pagar por ello, y da la casualidad que la devolución de la vida no es posible, ya me dirán cómo va a resarcir a los seres queridos y familiares de la víctima. No es posible, no hay consuelo posible, al menos que uno se deje llevar por el buenismo y la filosofía celestial, y toda esa dimensión prometida que nadie alcanza a vislumbrar con certeza y plena claridad.
Por todo lo dicho, sigo igual de dolido que cualquier persona sensata, confundido, desanimado por no acertar a ver una salida al tema de la violencia, a no ser que la sociedad se reinvente modificando sus directrices, volcándose hacia la calidad humana e interior, procurando incluirlas de un modo prioritario en la chapuza educativa instalada en la actualidad.

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