domingo, 20 de enero de 2019

LA PAZ PERTURBADA

                                                                Imagen: www.pacma.es

Es domingo y no necesitamos despertador, pues bien temprano, cuando todavía no había luz, ya se estaban escuchando los estruendos producidos por las armas de los cazadores. Desde la cama yo era testigo de que ciertas personas se habían levantado con el ánimo de quitarle la vida a cuantos animales se cruzaran en su camino.
Seguramente, conejillos o aves, que comenzaban la jornada con las primeras luces del día, escudriñando en busca de comida y agua, no terminarán el día o quedarán mal heridos, porque algunos con la justificación de que gracias a ellos se mantiene el equilibrio ecológico, se encuentran con el derecho de seguir jugando a hombres primitivos y salen a cazar.
Si te gusta disparar y hacer puntería, dispara en un centro de tiro, contra blancos fijos o móviles, pero no contra animales indefensos e inocentes. No encuentro justificación posible para asesinar animales, tampoco la entiendo con la acción de los mataderos… asesinan igualmente. No comprendo las matanzas que se realizan en los pueblos, hincar un cuchillo tratando de seccionar alguna arteria del animal para dejarle morir desangrándose. Es igual de cruel, aunque algunos digan que han criado, supongamos, al cerdo, para tener carne para todo el año.
Nuestra grandeza como seres humanos es evolucionar, por eso no podemos seguir siendo seres primitivos. Lo que estuvo justificado en unos tiempos, por necesidad y grado de inteligencia o conocimientos, ahora debe ser diferente… no somos, o no deberíamos ser animales. La expansión de nuestra conciencia nos conduce al respeto, al amor, a los valores humanos, a la compasión y a desear que todos podamos vivir, y en ese deseo deben incluirse todas las manifestaciones de la energía de la vida. Este sería el objetivo deseable, desde mi punto de vista.
A ver quién o quiénes le ponen el cascabel al gato en este tema, como siempre, en cualquier discusión, saldrán las justificaciones de los puestos de trabajo, de la industria de las armas, del desempleo que se ocasiona; siempre argumentan lo mismo, se toque el tema que se toque. Esta es la sociedad de la conservación y defensa del que tiene más dinero, porque es también el que tiene más contactos en puestos relevantes y, por tanto, también, tiene más poder. Aquí nadie se anticipa, nadie hace que nada cambie, nadie propone formas de reconvertir la industria de aquellos gremios involucrados en sectores que hacen daño al medio, a la ciudadanía o a los animales.
Mientras esta vida sea la carrera para conseguir el máximo acumulo de dinero, el puesto laboral más reconocido o distinguido, o convertirse en la envidia de sus vecinos, estaremos viviendo de espalda a la vida con mayúsculas. El desarrollo del ser será obviado y olvidado, cualquiera o muchos solo creerán que se está viviendo cuando se está disfrutando de algo exterior que te rodea; cuando lo más importante parte del interior de cada uno de nosotros, no hay que perderle de vista. Tú no solo eres lo que te han fabricado con la influencia comunicativa externa. Tú no eres la programación y el condicionamiento que la sociedad ha fabricado. Tú eres una conciencia interna, una energía y un amor para que nos relacionemos desde ahí. Nos estamos acoplando a la locura y la velocidad de la sociedad, pero no somos ni esa velocidad ni esa locura. Somos gente pacifica que nos gusta hacer aquello que debemos hacer, con responsabilidad, bien hecho y, sobre todo, deseando el bien de los demás, sin dejar a nadie atrás. No somos los seres competitivos que la industria y los deportes quieren y necesitan que seamos. Somos seres que nos gusta hacer las cosas acompañados, nos agrada hacer tareas de un modo compartido, colaborando, cooperando a un ritmo relajado. No somos seres primitivos, aunque algunos se aproximen bastante, ellos son los que viven más en el exterior, se perciben menos, se ignoran a sí mismos. Les cuesta avanzar y aprender de sus experiencias y de sus actos porque siempre están focalizados en lo que desean conseguir del exterior. No se detienen para escucharse, para pensar un poco, para sentirse, para descubrir quiénes son. De este vacío existencial emerge la agresividad, la intolerancia existente, la falta de valores hasta llegar a poder asesinar animales o personas.

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