miércoles, 18 de marzo de 2020

NO QUIERO TUS DINEROS

Resultado de imagen de FELIPE VI Y JUAN CARLOS I

                                 Imagen: www.publico.es
Los medios se hicieron eco hace unos días de que el actual rey se negaba a aceptar la herencia de su padre, no quería sus dineros, pero era evidente que no hablaba de rechazar la herencia del cargo. En fin, hemos asistido al teatrillo de la honorabilidad, ahora que el rey emérito va a ser juzgado y se va a saber públicamente parte de los tejemanejes que se ha traído la primera y máxima autoridad representante del país, el supuesto patriota número uno de España con dineros en Suiza y demás lugares clandestinos a la Hacienda pública, y ajenos al deber de contribuir con los gastos generales del país, ahora es cuando el ciudadano Felipe reniega de lo que pudiera darle su padre. ¿Y cómo podemos saber los ciudadanos que el traspaso no ha sido hecho ya, con la opacidad en la que siempre ha andado la Casa Real?, ¿quién está en condiciones de saber que el actual rey no ha pillado cacho del dinero ilegal?
Mal ejemplo es este del rey emérito para la Institución subvencionada por todos los españoles, ¡qué vida tan a cuerpo de rey ha vivido toda esa gente!, ¡qué poco ejemplar han sido para el resto!, ¡qué poco solidarios con el pueblo!, ¡cómo les hemos hecho millonarios!, porque es lo que hacemos con esas personas, una cosa es cubrir los gastos de la Institución, otra bien diferente es darle dinero a espuertas para que todos ellos se hagan millonarios. Debiera de ser: tengo rey, le pongo un salario y cubro los gastos institucionales, pero no así los personales, que se los pague de su salario como el resto de los mortales. ¿Es esto envidia?, ¡no!, es clamar justicia, es aplicar sentido común, es sentirnos iguales, es ser justos al aplicar la puñetera Constitución. Dicho así, llamada puñetera, por ser el arma arrojadiza que unos políticos lanzan contra otros.
Hace muchos años a esta Institución la definí como anacrónica, pasada de tiempo, inservible en la actualidad, nos cuesta un pastón y, para rematar la partida…, los reyes para el ajedrez. ¿Cómo podemos seguir en pleno siglo XXI con estas sandeces? No necesitamos reyes ni príncipes, necesitamos conseguir un sistema equitativo y justo, comandado por gente honesta y con verdadera vocación de servicio público. Un sistema social que consiga el pleno empleo como medida primordial para que todos podamos tener unos ingresos, producto de nuestro trabajo y ocupaciones, sin que nadie resulte subvencionado ni privilegiado con respecto a los demás.
Esta gente se mueve con asignaciones, asignaciones para el rey, para la reina, los actuales y los anteriores, para las infantas, las actuales y las anteriores, más todos los gastos cubiertos, nosotros más pobres y ellos, cada día, más ricos. ¡Toma!, ahí van los millones, ¿Necesitáis más?, después no hay dinero para sanidad pública, para educación pública, y la deuda cada día más abultada y pagando miles de millones mensuales, si no diarios, por los intereses. El sueldo para los políticos sube un treinta y cinco por ciento, pero para los pensionistas solo sube el 0,9% con el socialista Sánchez, un 0,25% con el amigo del alcalde que lo eligen los vecinos del alcalde.
Volvamos en serio sobre la herencia y los dineros del rey emérito, cómo se va a saber nada sin transparencia, ¿alguien ha revisado los extractos bancarios españoles y extranjeros de sus majestades?, ¿alguien tiene poder o accesibilidad para hacerlo?, pues entonces los medios dirán lo que ellos quieran que se sepa o lo que desean esté en las cabezas de los españoles, que lógicamente se lo creen en mayor o menor medida conforme más propenso sea o no, a la monarquía. Llegados aquí ya entenderá cada uno qué valor puede tener que el hijo del padre diga que, a estas alturas de la película, habiendo tenido tiempo para hacer de su capa un sayo, renuncia a lo que, supuestamente, le quede por recibir de su papá.

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