jueves, 23 de abril de 2020

TODOS TIENEN PRISAS

Por qué los velocistas jamaiquinos son tan rápidos | El Cronista

                                            Imagen: www.cronista.com
Ha hablado el gobierno de ir permitiendo que algunos más vayan a trabajar o que los niños puedan salir a dar pequeños paseos, y todos comienzan a despertar del mal sueño, todos piden su trozo de la tarta, todos quieren reincorporarse ya. La Junta de Andalucía reclama la vuelta a la normalización, anteponiendo el turismo, la apertura de bares, restaurantes, hoteles y playas, a la verdadera situación de riesgo de volver a padecer un incremento serio de contagiados y muertos… ¡hala! los negocios y los dineros por delante, que ya desfilarán los cadáveres detrás con los pies por delante.
A todo este apresuramiento generalizado, se suman los clubes de fútbol, que ya han anunciado que van a comenzar este veintiocho de abril a hacer test a sus jugadores para empezar a entrenar, a pesar de que las autoridades dicen que es demasiado pronto para la vuelta a las competiciones. Otros que van a lo suyo y que quieren empezar a jugar porque muchos de sus jugadores terminan contrato en junio y puede ocurrir que se queden sin ellos, no quieran jugar o exijan pluses extras para hacerlo, y conforme son los salarios del personal, ya se pueden imaginar las cantidades que puedan pactar para suplir esa falta de contrato, o “ese favor” que le tendrían que hacer al club.
Al oír la radio esta mañana, me dio la impresión de que la efervescencia se había disparado como si aquí no pasara nada, como si el virus hubiera hecho las maletas y se hubiera marchado de vacaciones. Es complicado tratar de que no se hunda la economía al tiempo que todo o casi todo el proceso industrial o comercial, productivo en general, esté parado. Lo entiendo, pero lo que ponemos en riesgo son nuestras vidas, y creo que eso debiera estar por encima de lo demás. Es por ello, que en días anteriores me atreví a pensar en la solución imaginativa que esbocé en anteriores escritos, una sociedad sin dinero, en la que todos siguen haciendo lo que hacen ahora, aunque por menos horas puesto que todos colaboraríamos con el sistema, no habría desempleados, no habría salarios que ganar y todo tendríamos una tarjeta magnética que acreditaría nuestra colaboración diaria con el sistema. Esa tarjeta es la que nos permite ir a los centros comerciales a adquirir lo que necesitamos. Una sociedad donde todos colaboramos y en la que nadie se queda atrás, todos siguen haciendo lo que hacen, por tanto, si ahora tenemos de todo, mañana seguiríamos teniendo de todo, y todos nos podríamos beneficiar por igual. Es una sociedad sin dinero sino de aportaciones a la comunidad, es una sociedad magnifica que nos trata por igual, que no se mide por clases, ni propiedades o pertenencias, en la que imperaría el carácter humano y no los billetes.
De nuevo retomando el tema de la desescalada, creo que debemos ser cautos, hay que analizar antes a las personas a las que se le va a permitir reunirse en centros cerrados de trabajo. Debemos conocer cómo está la sociedad, cuántos infectados hay, aislar solo a los infectados sería más racional. Hasta ahora, al desconocer el número de contagiados había que aislar a todos, pero si se quiere dar el paso contrario, o sea, dejar salir a cierta parte de la población, lo más sensato es saber cómo está ese sector que se va a liberar. Para qué sirve dejar ir a los trabajos a personas que van a seguir propagando la infección en el metro, en el autobús, en las tiendas que entren o en sus empresas. Así no terminamos nunca, el efecto rebote será inevitable, volverá la propagación. La única ventaja siempre será el número de personas que hayan sido capaces de generar anticuerpos contra el virus y no enfermen, al menos durante un tiempo. Las presiones no son buenas, sobretodo, si van a poner de nuevo en riesgo a la población.

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