viernes, 9 de octubre de 2020

EL RINCÓN DEL VAGO

 Apps - Aplicaciones: Una semana en la vida de un vago moderno

                                                 Imagen: www.elconfidencial.com

¿Recuerdan que había una web que se denominaba así: “El Rincón del Vago”?, pues a mí se me viene a la cabeza, dicha web, cuando oigo a personas responsables que trabajan en la Administración Pública, y todo ese conglomerado de empresas públicas a las que arropa. Le llamo el rincón del vago porque alberga, o da cobijo laboral, a cantidad de gente no cumplidora con sus cometidos o funciones. Hay cantidad de gente rascándose, lo que todo sabemos, con las dos manos, y lo peor de todo es que no hay jefe o jefa que se meta en nada, a pesar de ver que no hacen ni la “o” con un canuto. Es todo lo contrario, entorpecen y dificultan el trabajo de los que sí dan el callo y no levantan la vista de la mesa de trabajo durante todo el día.

            No hay amonestaciones para los vagos y vagas, para los que no dejan de dar vueltas, hablar por teléfono con familiares y amigos, salir a comprar, llevar niños al cole, pero eso sí, pasando antes de hacerlo por el lector de huellas para informar al departamento de RRHH, que aparentemente está en la empresa o en su puesto de trabajo, cuando es mentira. Todo esto y mucho más sucede en la Administración Pública, es un auténtico caos improductivo y un coste innecesario para el total de la población contribuyente. Se hace imprescindible la depuración del personal vago que pulula por el interior de las empresas públicas impidiendo sean empleadas personas eficaces y eficientes. Los jefes de altos sueldos y escaso o ningún interés por la buena marcha de las secciones que encabezan, deben ser, también, puestos en la calle. Hace falta una limpia de manera urgente, porque el barco de la economía se va a pique a pasos agigantados.

            Aquí sí que no valen los colores ni las ideologías, hablamos de funciones a realizar y de vagancia incontrolada, o de jefes pasotas, incapaces de poner a los vagos en su sitio, amonestarles, expedientarles o expulsarles. Pero para hacer eso, primero los jefes deben dar la talla, ser un ejemplo de rendimiento e interés por la empresa, y como no lo son, no pueden exigir nada a nadie… ¡así está lo público!, que no hay por dónde cogerlo.

            Mantener el chiringuito de vagos y maleantes escondidos tras un puesto de trabajo en lo público, sin importarles cuanto de su trabajo tienen que sacar adelante sus compañeros y compañeras, cuesta miles de millones mensuales en toda España. En concreto he efectuado una búsqueda en Internet, y lo primero que me ha salido al hacer la pregunta: ¿Cuál es el montante de los salarios públicos en España?, ha sido una noticia publicada en El Confidencial con fecha 30 de marzo 2019, apuntando que la suma de todos los salarios de los empleados públicos ascendió en 2018 a 127.000.000.000 € (Ciento veintisiete mil millones de euros), el equivalente a 10.583.000.000 € (Diez mil quinientos ochenta y tres millones de euros) mensuales. Eso es un chaparrón de dinero para que tengamos a cantidad, miles y miles de gente, rascándose a dos manos por allí abajo sin control alguno, haciendo lo que les viene en ganas y los jefes, inútiles como aquellos, mirando para otro lado, apoyando el despilfarro de dinero público.

            La Administración Pública, con todo el conglomerado de empresas públicas, no puede seguir siendo la empresa de trabajo temporal de los partidos políticos. Antes de meter a enchufados, habría que comprobar muy bien cuáles son las trayectorias laborales de la gente que van a ocupar puestos de trabajo en lo público, cuáles son sus formaciones, experiencias e, incluso, echar un vistazo a su vida laboral para evitar engaños. ¿Alguien en este país está dispuesto a levantar esta alfombra de traición? ¿Y si algunos ciudadanos llegáramos a las oficinas públicas y comenzáramos a controlar y vigilar lo que hacen nuestros empleados, e impedir que los vagos y vagas siguieran ocupando mesas de trabajo que no se merecen?

 

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