Cada cosa en su sitio, digo esto
porque tenemos la costumbre de ver un tornillo que se ha caído de algún lugar,
y decimos, ya lo pondré. Pasa el tiempo y nuestra pereza o dejadez no nos
permite poner el tornillo, entonces, otro día aparece en el suelo algún otro
tornillo u otra pieza del aparato que se trate, y poco a poco, debido a su
funcionamiento se va desarmando, ¿no os pasado nunca algo parecido?
Reconozcamos que nos sucede esto,
reconozcamos que para según qué cosas somos vaguillos, para otras somos los
primeros, todos somos así, nos da pereza ir a la caja de herramientas, buscar
las llaves o el destornillador apropiados para volver a insertar el tornillo en
su ubicación original y apretarlo. Al actuar así, nos acostumbramos a posponer
los temas o, tal vez, a olvidarnos de ellos. Muchos lo que hacen por hábito es
dejarlo todo para el final. No hacen nada hasta que no hay otra salida y el
tiempo apremia, ¿verdad que conocéis a alguien así?, ¿qué necesidad tienen esas
personas de sufrir la presión y las prisas, si pudieron haberlo hecho a su
debido tiempo y de un modo relajado? Muchos de esos, son los mismos que van a
todos lados con la hora en el culo, o sea, que salen al minuto, con el tiempo
justo para llegar a donde sea que tengan que llegar. Nunca piensan en cualquier
contratiempo: se retrasa el autobús, se te pincha la rueda del coche, el coche
no arranca, se te olvida algo y tienes que volver a mitad de camino, etc. No
nombro nada que represente una locura, son cosas o circunstancias normales que
a cualquiera le pueden suceder, parece que a todos menos a esas personas que
salen de la casa a ultimísima hora. Y es que hablas con esas personas, se lo
haces saber una y mil veces, pero ellas siguen a su ritmo, no lo abandonan, no
salen de esa espiral de imprevisión. Menos mal que tienen suerte, les vemos ir
y venir como si todo les cuadrase, además no se les aprecia estrés, lo viven
así, después de todo es su vida y es su tiempo.
Para no caer en nada de esto, ya
sabes la próxima vez que veas un tornillo tirado por los suelos, busca de dónde
ha podido haber caído. Cuando lo encuentres, ve a por las llaves y apriétalo en
su lugar correspondiente. Te lo digo más que nada, porque el dichoso tornillo
va a estar rodando por la mesa, o donde lo hubieras puesto, semanas y semanas.
Esa es otra, no nos atrevemos a tirarlo porque pensamos que algo puede ir mal
sin el tornillo. Pensamos que si tal o cual aparato o mueble llevaban el
tornillo será por algo y que lo necesitará, ¿a qué estamos esperando?, pongámoslo
cuanto antes y nos ahorraremos pensar en que lo tenemos que poner cada vez que
lo vemos.
Es una pequeña tontería, pero a
esta se une la ropa que te pones un rato, y dices está limpia es una pena
echarla al lavado, tengo que guardarla en el ropero, y se lleva dos semanas en
el galán de noche, y no la guardas, ¿a como también nos ocurre esto? También
nos sucede que llegamos a casa con algo que hemos comprado y lo tenemos que
montar o instalar, lo ponemos en un rincón del salón, por ejemplo, y comienzan
a sucederse los días, a veces hasta las semanas y la caja tan mona sigue allí,
tan linda, tan quietecita, ni nos pide nada… ¡es tan maja!, pero nos fastidia
cada vez que limpiamos, cada vez que la miramos y nos recuerda que tenemos esa
tarea pendiente, pues llega a casa y móntalo o instálalo, acaba de una vez con
los flecos. Flecos en la cocina, flecos en el salón, flecos en el dormitorio…
así no hay quien viva.
No hay comentarios:
Publicar un comentario