Al hilo de mi último escrito, en
el que hablaba del poder invertido por los políticos, habría una forma de
volver a adquirirlo que no es otro que dejar de pagar los impuestos. En el
momento que esto se hiciera, las arcas no ingresan y veríamos a los lobos que
tenemos por políticos como prefieren llevarse su pasta antes que pagar a los
sanitarios, profesores, etc., todos ellos mucho más necesarios para el bienestar
de la ciudadanía. En estos momentos, es el golpe que se debe dar en lo alto de
la mesa, puesto que cualquier otro recurso nos es negado por principio mafioso
y por la fuerza de las porras. No nos dejan otra salida para volver a obtener
el poder que nos corresponde por naturaleza. Creamos una forma de gobierno pero
no para que imponga lo que le venga en ganas, sino para que atienda las
peticiones y los mandatos de la ciudadanía, y no me vale: es que todos no podemos opinar ni nos ponemos de acuerdo.
Hay que articular mecanismos para
que podamos incidir en la vida de nuestro país, que podamos decir libremente
qué queremos y cómo queremos vivir; esta es la clave, el poder en la
ciudadanía. Actualmente, algunos dicen querer empoderar a la ciudadanía pero no
dicen cómo. Ellos quieren empoderar a la ciudadanía a través de ellos, o sea,
ellos se convierten en imprescindibles y mediadores que terminan, como todos,
imponiendo lo que mejor les convenga a ellos. Eso no nos vale a la ciudadanía.
Hay que dar validez a los referéndums como una forma regular de manifestarnos
los ciudadanos e incidir en la vida de nuestro país, de nuestra ciudad o de
nuestro pueblo. Hay que vaciar de poder a los políticos, que solo deben ser empleados
a nuestro servicio para gestionar lo que les encarguemos, ese es el que debiera
ser su papel normal en nuestra sociedad. No necesitamos dictadores que al final
condicionan la vida de la gente y terminan oprimiéndonos. Todos luchan por
ascender para dirigir, para mandar y no para obedecer al pueblo, ¡qué son
nuestros empleados!, a ver si se enteran de una puñetera vez. “La empresa
política de un país es la única en la que los empleados (los políticos) mandan
y los jefes (los ciudadanos) obedecen”.
Ya han anunciado la declaración
de la renta, la fecha para su presentación, pues lo que debíamos hacer todos es
no atenderla, no hacerla, no pagar nada. Igual con los demás impuestos y vamos
a dejar caer este sistema de gorrones y ladrones. Mejor sería que todos abonáramos
en una cuenta desde la que pagáramos nosotros las nóminas de los funcionarios y
dejáramos al margen al establishment; por supuesto, no se pagan sueldos de
mareadores de perdices, o sea, de políticos, ni cargos políticos en empresas
públicas, que los hay a miles, puestos de trabajo de familiares y amigos de
políticos dados a dedo, sin exámenes ni oposiciones de ninguna clase, y sin
conocimiento de nada de lo que se cuece en esa empresa pública.
Una forma de revuelta sin
violencia, pero efectiva, habría que realizar, porque estos sinvergüenzas no
van a entregar todo el poder, que se han asignado ellos mismos, por la cara.
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