Acabo de volver de la feria
Biocultura que se celebra este fin de semana en Fibes, Palacio de Congresos de
Sevilla. He visto mucho de lo que llevo viendo muchos años y personas al frente
de los stands deseosos de tomar contacto con los visitantes y si le compran
productos de los que venden, mucho mejor. Al margen de esto, no he salido con
una especial ilusión, nada me ha resultado especialmente atractivo e innovador
como para recordarlo, y me he marchado con un folleto en el bolsillo que
publicita una campaña contra la alimentación que nos enferma: “Dame Veneno”, promovida por la
Asociación VSF Justicia Alimentaria Global. Tal vez era lo que tenía que
llevarme, como sabéis, en otras ocasiones ya he abundado en esa preocupación
compartida por muchos, que es la alimentación basura que abunda en las estanterías
de los supermercados, tiendas de alimentación e hipermercados. Los fabricantes
se sienten con las manos libres y están poniendo a la venta verdaderas bombas
de relojería para nuestros organismos, sin que intercedan o medien en nuestro
favor los gobernantes, sino todo lo contrario, le dan carta blanca para que
etiqueten como mejor oculten las porquerías que contienen los productos
alimenticios… más bien, productos destructores o minadores de nuestra salud. El
peligro añadido es que a veces compramos productos que se etiquetan como ecológicos
o beneficiosos para tal o cual dolencia, pero es imposible que resulten
adecuados, más bien son contraproducentes ingerirlos por el contenido peligroso
de ciertas sustancias que muchos contienen.
Lo primero que he hecho antes de
confeccionar este escrito, ha sido entrar en la web de VSF.org.es y firmar a
favor de la campaña antes citada. Lo dejo dicho por si alguien está
interesado/a en firmar para que fabriquen productos alimenticios sanos, sin
químicos añadidos, sin basura, sin peligro para la salud de las personas. No
hay derecho a que las autoridades toleren los excesos de sal, azúcar y grasa,
que tan perjudiciales son para la salud, y que haya facultativos que se presten
a hacer publicidad de productos que pueden reducir los niveles de colesterol o
sean buenos para el corazón, si están fabricados con sustancias nocivas como a
las que me he referido antes. La OMS tendría algo que decir, pero si está “subvencionada”
por los grandes fabricantes de esas porquerías, está callada y percibiendo
grandes sumas. Los gobiernos del mundo no sé a qué están jugando, seguro que
también pillan un trozo de la tarta y miran hacia otro lado. Al final de la
cadena está el ciudadano, que no pilla nada y le invaden de publicidad engañosa,
siendo el más perjudicado, porque los adinerados se podrán permitir una
alimentación sana y de precio más elevado. El resto a comer porquerías repletas
de conservantes, colorantes, acidulantes, muchos “E” de todo tipo, sustancias
químicas que repercuten en el organismo, acumulándose en él y haciéndole enfermar
porque nuestro cuerpo no se puede deshacer de tanta mierda como se le mete al
cabo del día. ¡Qué fácil sería que se dejaran de adulterar los alimentos!, pero
hay intereses comerciales y económicos, como siempre… es la peste del siglo
XXI. Hay una mafia que solo ve billetes, sin importarle las muertes que
acarrean.
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