El sistema nos lleva a la
sumisión por la pobreza. Han creado el escenario perfecto con la estafa llamada
crisis y con las respectivas reformas laborales, que han propiciado cierre de
miles de empresas y millones de puestos de trabajo perdidos. Los ricos temían
que nos subiéramos a sus barbas, pues estábamos viviendo de un modo parecido a
ellos, por supuesto, guardando las distancias entre nuestros buenos salarios y
sus enormes fortunas. Entonces, dijeron esto hay que acotarlo, hay que
empobrecer más a la población para que se puedan empeorar las condiciones de
trabajo, bajen los salarios y, como dijeron muchos, haya que trabajar más horas
ganando menos o nos tengamos que jubilar más tarde. Solo ha sido un movimiento
bien calculado de la mafia de arriba, de una minoría, que ha sido capaz con la
ayuda de los arrodillados mentecatos que dicen representarnos, pero no lo
hacen, de tumbar todo un estadio de bienestar social, seguridad y bonanza
económica, porque no olviden que el dinero se movía con una alegría a la que
han descabezado totalmente.
Esto es una mirada hacia atrás,
lo cual no sirve para nada, lo pasado no se va a poder cambiar, el engaño fue
de esa forma y ya ha hecho el daño que ha hecho. Ahora toca mirar hacia
adelante, pero quieren que remontemos desde la precariedad y los bajos salarios
como medida de competitividad, ¿en manos de qué economistas y dirigentes
estamos? No hay razonamientos lógicos sino genuflexión ante los poderosos, y
con ello esperan les estén agradecidos de por vida. Es esto lo que parece que
están haciendo, no se ven reacciones en otra dirección y nosotros no podemos
esperar a que unos inútiles gobernantes les vayan a dar una solución a esta
situación en la que ellos mismos han intervenido para que se instale y se
quede. Esa gentuza no es la solución a nada, son parásitos de todos nosotros, y
ya sabemos lo que hacen los parásitos vivir a costa de otros, chupándole la
sangre, robándoles nutrientes, etc.
Somos capaces de hacer algo por
nosotros mismos para salir del sistema de estabulación diaria, de secuestro de
nuestro tiempo, de la explotación de nuestros esfuerzos para recibir un salario
miserable. Debemos sentirnos seguros de poder hacer algo que nos devuelva la
alegría de querer seguir viviendo, y para ello debemos olvidar las migajas que
ellos dejan en el camino a través de subvencionarnos, dándonos ayudas ridículas
y haciéndonos dependientes de ellos y a su vez del sistema. No podemos
llevarnos toda la vida esperando que nos concedan los anzuelos y ser pescados,
porque esa dependencia persigue hacernos zombis manejables, con nuestra
voluntad rendida a sus pies.
Cualquiera de nosotros es más
decente que cualquiera de esos golfos que estamos alimentando y además nos
están robando. Cualquiera de nosotros puede y tiene capacidad para gestionar su
vida, solo debemos apartar las dudas y los miedos al tiempo de lanzarnos y probar
opciones. Tenemos que confiar en nosotros, no hay otra más que armarse de valor,
tener un proyecto, ilusionarse en él y actuar.
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