Mientras escribo la ciudad
duerme, las calles quizá no estén puestas todavía, fuera no se ve nada, todo es
oscuridad y hasta al reloj le da vergüenza mostrar la hora que es. Es bien
temprano, eso sí lo sé, pero si salgo a la calle cómo podré caminar si no hay
aceras, ni viviendas, ni árboles. Aún no se escucha ningún canto de pájaro,
todos se han ido, están escondidos, solo hay negro hacia donde mire, todo ha
sido borrado de la vista… hay negrura.
Mientras doy rienda suelta a mi
imaginación, la gente duerme, la gente no existe en este plano, cada cual vive
en un sueño y me pregunto: ¿a dónde se van todos esos sueños, todas esas
imágenes oníricas? Las mentes las producen, son energías imaginarias, pero al
fin y al cabo, energías. A todos nos enseñaron que la energía no se destruye
sino que se transforma, ¿en qué se transformarán los sueños, dónde estarán? Si
fuéramos capaces de ponernos en la frecuencia de los sueños los podríamos
captar, podríamos ver los sueños de la gente, quizá, podríamos interactuar con ellos,
meternos en los sueños como si fueran reales, tomar parte de ellos, ser unos
personajes que entran o salen de unos sueños u otros. ¿Por qué soñamos, qué
necesidad tenemos de hacerlo?, ¿se repara algo dentro de nosotros cuando
soñamos?, ¿es una necesidad fisiológica o mental?, ¿completamos acciones que no
nos atrevemos a vivir en el plano físico y por eso lo hacemos mentalmente?,
¿afrontamos miedos, nos sirven los sueños para mirarlos de frente y
superarlos?, ¿nos habla nuestro inconsciente a través de los sueños, o quizá lo
hace el subconsciente?, ¿puede ser que nuestra capacidad de comunicación
telepática esté olvidada y trata de expresarse de este modo, con lo que
nosotros llamamos sueños? No sigo, que es demasiado temprano para ahondar tanto
y para comerse el coco de esta manera. Las luces de la calle y las exteriores
de las casas comienzan a encenderse, resulta que la calle ya está puesta, la
han estirado bien y todo parece estar en su lugar, es así como la recuerdo de
ayer cuando me fui a acostar.
Escribo en mi habitación, en ella
tengo una mesa escritorio donde tengo mi portátil, algunos libros, varias
libretas, bolígrafos, etc. En la cama duerme mi mujer y seguramente estará
soñando, lo hace muchísimo, casi llega a roncar, el tabaco no le deja hacerlo
de otra manera. Mi hijo duerme, los perros también, tengo dos, dos hijos y dos
perros, aunque uno de mis hijos se fue a vivir con su novia y se le echa de
menos, pero es la edad que les llega y vuelan por sí solos… eso está bien. Se
van de los brazos de sus padres para caer en los de su pareja, dormir con ella,
soñar juntos y comenzar a tener otras responsabilidades que antes no tenían. A
todos nos pasó lo mismo, un día nos fuimos de nuestras casas para vivir en la
nuestra propia, crear una familia y trazar un camino en la vida. Alguna vez,
con anterioridad, ya lo habíamos soñado y tan solo tuvimos que esperar que se
hiciera realidad. Llegó el día y le dijimos a nuestros padres que nos
marchábamos o que nos casábamos; antes eso era más común que lo es ahora. Ahora
la gente se va a vivir juntos sin que medien los formalismos de antaño, hoy hay
más libertad, la gente hace más lo que le viene en ganas y eso está muy bien.
La vida es un sueño y cuando vas a abrir los ojos, ya pasó.
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