Observo que las personas no
tienen muy claro que todos los servicios públicos no son gratuitos, que los
pagamos entre todos, que no hay nada que ofrezca un Ayuntamiento o tu Comunidad
Autónoma que no sea de dinero que hayamos abonado nosotros; no es dinero que
hayan puesto los políticos de su bolsillo. Entonces la gente hace un curso y se
lo toma como se lo toma, y dicen otros: “se lo toman así porque no les cuesta
dinero, lo hacen así por ser gratuito”, ¡no hijo, no! Nada es gratis, los euros
empleados en los folios que te entregan, en las fotocopias que te dan, en el
mantenimiento de las instalaciones, en la luz que se consume y en el docente
que lo imparte, te digo otra vez, que lo pagamos entre todos con nuestros
impuestos. Hasta el momento desconozco si hay entidades públicas que inviertan
en bolsa, tengan una cadena de supermercados, sean parte de una multinacional o
jueguen cada semana a la lotería. El dinero procede de donde procede, del
bolsillo y el esfuerzo de los contribuyentes… de nuestro trabajo, cada día peor
remunerado por la gracia de la reforma laboral y el poder que los políticos les
van dando a los empresarios, debido a que no palian el desempleo.
Otro error común es el de ver a
la Administración como un ente distanciado o al margen de la población. Eso
impide comprender que la Administración ha de involucrarse en dar y buscar las
soluciones necesarias para los problemas que aquejen a la población o parte de
ella. Esto tampoco acostumbra a leerlo de este modo una buena parte de la
población. Del mismo modo que dijimos antes, también la Administración es
mantenida por todos nosotros con el fin de gestionar nuestras decisiones, pero
la perversión política ha hecho que se inviertan los papeles, creando el
presente surrealista: pagamos millones de euros para mantener una
Administración que va a lo suyo, que parece juega en otra liga, y que es capaz
de burlar a la ciudadanía para hacer lo que más le conviene a una camarilla de
políticos que se han dado poder suficiente como para marginar a la población y
manipularla, robándonos el poder que nos corresponde; ellos son los que no
deben tener poder alguno, ellos solo deben obedecer lo que la población decide
hacer o cómo quiere vivir, y ellos solo deben estar para coordinar los
mecanismos que posibiliten nuestras decisiones, pero han invertido el poder, se
han adueñado de la situación. Nuestros trabajadores se han convertido en
nuestros jefes, ¿no se dan cuenta de lo que han hecho?, y esto no tienen
sentido, es el mundo al revés, ¿lo ven? Han hecho un mundo institucional y
público a su medida con todo tipo de privilegios, prebendas e impunidad, ¡hay
que poner fin a esto!
Si pagamos el sueldo de gente no
es para que haga lo que quiera, esto no se ve en ninguna empresa del mundo,
solo en la Administración, solo en el círculo político, ¡es un sinsentido! Tenemos
que exigir el poder de decisión, hay muchos medios informáticos para poder
intervenir sobre la marcha, y lo primero que se debe autorizar son los referéndums
para que el pueblo hable y decida en cada movimiento que le vaya a afectar. El
fondo, el contenido de las leyes lo tenemos que dar nosotros, aunque el formato
se lo den los juristas. Nos tenemos que regir por las leyes que la ciudadanía
tenga a bien someterse, no por la que indique la UE, Merkel, el FMI, los
intereses del partido de turno que esté gobernando en España, la organización
de empresarios o los banqueros.
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