El chasco que me he llevado con este político, ha sido bestial, le he defendido a pesar de sus ideas independentistas, le he respetado siempre, he divulgado en mis tuits y en mi blog en muchas ocasiones, que era junto a Oskar Matute, un político que subía al atril del Congreso, o desde su mismo escaño, para poner más política sobre la mesa que casi ningún otro político. Sin embargo, cuando ayer le escuché pedir que se multase con sanciones de cien mil, ciento cincuenta mil, doscientos o doscientos cincuenta mil euros a todos los que difundieran bulos, se me cayeron los palos del sombrajo, no daba crédito a sus palabras y, mucho menos que hubieran salido de su boca... ¡Otro que mandaba la libertad de expresión a hacer gárgaras! ¿Qué es bulo y qué no lo es? ¿Quién o quiénes están en disposición de constituir el tribunal de censura de este país? ¿Por qué retrocedemos hacia los recortes de libertades y a posicionarnos como una dictadura?
¿Se imaginan que los ciudadanos hubiéramos, a lo largo de la historia, de haber podido sancionar a los políticos que nos han mentido, que han incumplido promesas, que nos han dicho frases solo para contentarnos y calmarnos, pero que en nada eran ciertas, o simplemente fueron dichas para manipularnos, como casi siempre sucede? Estarían todos o casi todos arruinados, embargados, y rebuscando por los contenedores de basura para poder subsistir. ¡Ya está bien de prepotencia política! Los derechos de la ciudadanía hay que respetarlos y cada uno puede tener su opinión propia, sus criterios y tiene derecho a decir lo que le plazca, sea verdad o mentira. La mentira ha existido de toda la vida, dicha sin querer o a propósito, ¿Qué hacemos, le cosemos la boca a todos los que tienen esta mala costumbre? ¿Cuántos políticos iban a enmudecer? Los políticos, contagiados por el mal gobierno que tenemos, se muestran demasiado reaccionarios hasta el punto de amedrentar a la población para que no se manifieste en su contra, porque con una mentira que les favorezca no se van a meter, sancionan a los disidentes, a los que piensan diferente a ellos, a los que afean sus tramas, a los que señalan su corrupción, a los que tratan de hacerlos caer por conveniencia o por motivos totalmente justificados, soy consciente que de todo hay, pero si los mismos políticos se llevan todo el día atacándose unos a otros, ¿Ellos sí pueden, pero los ciudadanos, no? Están creando una sociedad totalmente injusta, en la que remarcan cada día más sus ventajas sobre el resto de la población, resultando que cada día se otorgan más poder sobre la gente y más privilegios para su propio beneficio. No nos equivocamos demasiado los que apuntamos que el Estado español se parece cada día más a una dictadura en toda regla.
Creo no haber dicho ningún disparate, y lo voy razonando, no es hablar o acusar porque sí, es decir lo que se percibe desde este otro lado de la obra de teatro que están protagonizando una cantidad de personas ventajistas, que se amparan en sus leyes para oprimir, de algún modo, a la ciudadanía, para someterla, para amedrentarla, para aquietarla y hacerla callar. Es tiempo de salir de este laberinto sin salida, es tiempo de reaccionar contra la fuerza de la apisonadora política, del juego macabro de los saqueadores del dinero público, del mandato esquizofrénico de los que han decidido desestabilizar el país inundándolo de inmigrantes ilegales y muchos de ellos peligrosos delincuentes venidos de países donde no los quieren o los han liberado de sus cárceles para que vengan al nuestro. Una invasión que nos cuesta sufrimiento, desestabilización, miedo, inseguridad, muchas víctimas y una gran cantidad de dinero público, como si nos sobrara... ¡El Gobierno se ha vuelto loco! Lo peor de todo, como vengo comentando con el caso de Rufián, hasta los que hacían política comienzan a mirar agresivamente a la ciudadanía que se atreve a hablar o a pensar y se sale de la senda marcada y aprobada por la clase más parasita de nuestra sociedad, la que nos saquea y la que malversa continuamente nuestros dineros con total desconsideración hacia el esfuerzo que nos ha costado ganarlo.
Seguiremos...
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