miércoles, 21 de octubre de 2015

ARREGLA LOS MALES

                                            Imagen: nataliagomezdelpozuelo.wordpress.com


No siempre hacemos lo que la gente quiere que hagamos. No siempre tragamos por los caprichos de otros. No siempre actuamos como mejor conviene a alguien ajeno a nosotros. No siempre estamos dispuestos a acortar nuestra libertad, ni queremos acatar las órdenes de otros. No siempre agradamos, ni estamos aquí para agradar.
Estamos aquí, en primer lugar para ser sinceros con nosotros mismos. Para ello, debemos conocer lo que queremos, por qué deseamos hacer esto y no lo otro. Pero cualquier decisión ha de estar por encima del enfado y de la falta de libertad.
Los malos entendimientos y la manipulación siempre estarán presentes entre personas que se mueven en la oscuridad del ser. La no comprensión, igualmente, estará presente en las relaciones. Pero debemos estar por encima de esas imposturas.
Las gentes nos merecemos unas relaciones con amor. Las demás cosas son tonterías, comederos de cabeza, chuminadas, como vulgarmente se dice.
Muchas personas se enredan en cosas sin importancia. Aunque ellas le den mucha, no la tiene. La vida no puede pasar de disputa en disputa. Es horroroso estar todo el día peleando, y si se cae en un no entendimiento, hay que pasar página lo más pronto posible. Hay que eliminar de nuestras vidas cualquier rencor o malestar. No merece la pena sentirse mal con nadie. No lleva a ningún sitio bueno. No va a hacer que te sientas mejor, seguro.
Incluso en los casos en los que te creas llevar la razón, no hay que restregarla a nadie. Cada cual tiene su tiempo para poder digerir las situaciones. No podemos acelerar ese proceso mental del otro, ha de ser el mismo quien se de cuenta y diluya la supuesta importancia que depositó en el hecho concreto que le hacia sentir mal.
Los orgullos los tenemos que mandar a paseo, si queremos relacionarnos mejor. Dar el sitio al otro, o dejarle espacio para que pueda escapar, es algo a tener en cuenta. Sucede como con lo animales, si le dejamos una puerta por donde escapar, casi siempre esto evitará el enfrentamiento y la reacción inesperada del que se siente acorralado.
No hagamos piña para defendernos sino para disculparnos. Razonemos con los demás, y si no escuchan es absurdo continuar discutiendo. Ahorremos palabras y suplámoslas por gestos hermosos y cariñosos. Centrémonos en la belleza del otro, que es la misma vida que nosotros. Tiene la misma esencia, en el fondo es lo mismo que nosotros. Por tanto, no nos ofendamos a nosotros mismos.
Si el mal tiene arreglo dale una solución. Si el mal no tiene solución, consuélate con que tiene una existencia limitada y tarde o temprano terminará. Es cuestión de una actitud y de una comprensión. Nosotros no vamos a echar más palos al fuego. Vamos a tratar de apagarlo, vamos a mostrar que nuestra actitud es esa. Nos vamos a sentir mejor con nosotros.
Vamos a ser los primeros en demostrar que no estamos enfadados, que queremos continuar dialogando, que apreciamos a la otra persona y que nos importa. Vamos a dirigirnos al otro, nos vamos a acercar los primeros. No nos van a importar los reproches, ni vamos a discutir más. Vamos a tratar el asunto desde el corazón y todo se arreglará.

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