martes, 2 de febrero de 2016

QUISIERA HABLAR DE RECTIFICACIÓN




Yo quisiera hablarte de la luz, pero a veces el día no abre lo suficiente como para percibirla. Yo quisiera hablarte de amor, pero a veces uno no puede amar tras haber herido a alguien. Yo quisiera hablarte de la vida, pero para ello se ha de estar despierto.
Quisiera hablarte del bien, pero el mundo está convulso. Sin embargo, con el mal abundamos en el daño que nos podemos hacer los unos a los otros. No nos beneficiamos sino que empobrecemos.
Abramos las ventanas y subamos las persianas par que la luz del sol entre en nuestras casas, así la luz de la vida la bañe. Apartémonos de las noticias, pues de poco valen. Las inundaciones y las sequías, la pobreza y el despilfarro, se alternan de la mano y condenan a la humanidad. Las mentes enfermas de los poderosos castigan a las personas, se ríen en sus caras, juegan con sus vidas y la situación se hace insoportable.
Ya no sé que creer cuando una enfermedad asola a una parte de la población mundial. Nunca estoy seguro de que no haya un laboratorio farmacéutico como responsable. En este mundo de puro egoísmo, nunca se está seguro de casi nada. Lo que puede parecer una cosa, tiene un trasfondo que desconocemos y que persigue los millones de dólares o de euros. Esta si que es la verdadera enfermedad mundial, la del dinero. En su día fue la fiebre del oro, y hoy es la de los billetes, que algunos tratan de acumular avariciosamente.
Puedes estar seguro/a que hay un centro de poder oscuro y malicioso, o inconsciente, que organiza para sus propios intereses la vida de la población mundial. Al menos, lo está intentando continuamente. Provocan los grandes fenómenos económicos, los movimientos repentinos de la bolsa, la caída de precios del petróleo, la globalización o la deslocalización industrial. Se valen  de zonas del mundo deprimidas para explotar sus recursos y sus gentes a coste de calderilla.
Unas partes del mundo someten a otras partes, explotando incluso a los niños, haciendo que las personas trabajen de sol a sol por tan solo un plato de comida al día. Otros territorios someten a sus vecinos por la fuerza y bajo el control de las armas de fuego. ¿Por qué?, me pregunto.
Si se siente a la humanidad, se siente dolor, el mismo dolor que produce todas esas formas de relacionarse con desamor y violencia, que manifiestan unos pueblos contra otros. Si te importan los demás, es inevitable sentir tristeza por la vida que les ha tocado a muchas personas. Sobre todo, porque sabemos que les ha tocado debido a que sus vecinos se la imponen. Esto es miserable y condena a la humanidad al más absoluto fracaso.
Solo con modificar las voluntades de algunos, se solucionarían todos los problemas de la humanidad. El circulo oscuro de poder tiene que rectificar, pues si cae la humanidad ellos serán barridos. La humanidad laboriosa, viviendo dignamente hasta el último habitante de este Planeta, con un fin común, generando pensamientos positivos y actuando amorosamente hacia sus semejantes, experimentaría un salto evolutivo.

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