sábado, 23 de abril de 2016

HAY QUE EXPULSARLES




Hasta que la nueva mente no se instale en el hombre y la mujer, no hay nada que hacer. La gente se confunde cuando se reafirma en su forma de ser, como algo que inevitablemente no se puede cambiar. No es así, puedes observar, aprender, tener la voluntad de modelarte, y el cambio se producirá. Pero si no haces nada más que repetir el patrón, sea positivo, negativo o pésimo, pues la cosecha que recojas, seguramente, satisfaga poco, tanto a ti como a los de tu alrededor.
Todos podemos convertirnos en personas mejores y más sabias. Podemos ser más correctos con los demás, fomentar nuevos y más adecuados valores, que nos faciliten las relaciones. Podemos tener más en cuenta a los demás, pensar más en ellos, respetarles más, llegar a ser más amorosos y disfrutar más de la vida. Entre todos podemos hacer cosas diferentes, y diría, que es nuestra obligación marchar en esa dirección. Hay que poner fin a la mente corrupta instalada en la actualidad en los puestos de dirección de esta sociedad. Hay que hacer una gran movilización que exija la expulsión de todos los indecentes, de la vida pública de nuestro país y del mundo.
No podemos seguir consintiendo que los desarmados seres sin principios sigan defraudándonos a todos, nos sigan robando y sigan alterando las condiciones sociales y humanas de las sociedades. Deben estar fuera de todo control del poder que mueve o rige la vida de la ciudadanía. Hay que exigirles cambiar y arrepentirse de sus actuales procedimientos, o deben alejarse, definitivamente, de las Instituciones. Mucho de nuestro tiempo lo deberíamos emplear en este esfuerzo, porque vivir sometidos a un circulo vicioso de degeneración social y corrupción política, económica, laboral, financiera y social, es muy lamentable; no nos la merecemos, y solo podemos acabar con ella mediante la protesta, la desobediencia y las movilizaciones constantes e incansables.
Hay que exigir que el poder retorne a los ciudadanos y ciudadanas de este país, porque la soberanía real debe recaer en las personas que mantienen el sistema, y no en unos pocos que se autoproclaman salvadores de la patria. Porque ya llevan demasiados años saqueando lo que es de todos, ¿y quiénes son esas gentes para otorgarse esa potestad? Los papeles los han cambiado, ellos se han convertido en protagonistas, cuando solo deberían ser meros gestores de nuestras decisiones, y no al contrario. Ellos nos han relegado a un segundo o tercer plano, para contribuir monetariamente y obedecer a sus preceptos, caprichos, a sus intereses, y así nos van robando año tras año.
No podemos ni debemos tolerarlo por más tiempo, ha de haber una respuesta rápida y contundente contra ese comportamiento infame y ruin de muchos de nuestros políticos, de muchos de nuestros banqueros y empresarios. Son ellos los responsables de que se siga robando, de que se lleven los dineros a los paraísos fiscales, de que existan dichos paraísos, de que haya déficit en las economías mundiales, de que se produzcan falsas crisis como esta, etc. ¿De qué hablan en esas reuniones de millonarios y potentados: G7, G8, G20, Bidelberg, etc.? ¿De las formas de robar más efectivas, o de la mejor manera de seguir sometiendo a los ciudadanos y ciudadanas? Porque soluciones a los problemas mundiales de los habitantes del Planeta, seguro que no. Se puede seguir contaminando, robar sale barato, nadie devuelve lo sustraído, las condiciones laborales y sociales cada día son peores, y el Planeta se muere lentamente sin que remedien el cambio climático. ¡Esa gente de poder no nos vale a nosotros! ¡Tenemos que expulsarlos de la función pública!

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