sábado, 30 de abril de 2016

INTERACCIONAMOS LOS UNOS CON LOS OTROS




Si todos somos energía, la misma energía de vida, ¿por qué nos proferimos insultos, o dejamos de tratarnos con amor, dulzura y verdadero interés en el otro, cuando todo eso nos hace daño? El civismo y la educación tienen que pasar, forzosamente, por despertar a esta amplitud de conciencia del ser humano. No podemos seguir siendo ignorantes de lo que somos, porque ello nos hace ser peores. Debemos aprender a compartir todo lo bueno y lo positivo, también debemos aprender las maneras suaves, hacer un esfuerzo por comprender y saber parar cuando nuestra respuesta se vaya a apartar de la senda del amor. Hay que saber decir a los demás, con delicadeza, que solo esperamos de ellos lo mejor, porque estamos seguros de que lo pueden dar, y ello ayuda a que las relaciones sean armoniosas y hermosas.
Hablar, sentir, caminar, ayudar, mirar… cualquier acción ha de estar envuelta con papel de regalo y mucha ilusión, sentimiento y amor. Si ofrecemos este trato y pedimos ser correspondidos con algo parecido, a todos nos va a ir mucho mejor. De este modo podremos transformar la sociedad, haciéndola más placida, más intensa y más apetecible. Nuestra forma de interaccionar con todos los demás siempre ocasiona un sentir en el otro, bien le producimos alegría, bien tristeza o, sencillamente, le ponemos hasta arriba de asuntos que ni les va ni les viene. Sería muy prudente compartir lo bueno, y tener la sabiduría de darle la vuelta a lo que se considere menos bueno. Seguro que si lo intentamos, podremos lograrlo.
En esa interacción con los demás se aloja también nuestra felicidad, es por ello que debemos procurar crear espacios de tranquilidad, de alegría y de amor. Interaccionemos abiertos, directos, presentes, sin revueltas y tratando el bienestar de nuestro interlocutor. Amoldemos el contenido de lo que tengamos que expresar, a una forma más agradable, menos invasiva, y si no es necesario, no lo compartamos. Mejor es no perturbar al otro, ¿se gana algo con afearle el día a otra persona?, ¿es acaso más agradable forcejear, que disfrutar de una encantadora conversación? Es cuestión de pensarlo e intentar no caer en el desprecio por la vida del otro y por la nuestra. No nos merecemos vivir angustiados o disgustados. Podemos hacer el bien, podemos pasarlo mejor y hacer una fiesta de la vida. Podemos vivir en armonía con todos los seres vivos del Planeta. Podemos construir  cosas hermosas e importantes. Podemos progresar y hacer mucho bien a la humanidad. Podemos adquirir mucha más conciencia. Podemos sentirnos humanidad cada uno de nosotros, pero sobretodo, podemos poner fin a la barbarie y el sufrimiento que algunos generan a otros, porque es contrario a la vida, a la energía que somos, a la inteligencia y solo representa destrucción e involución.
Debemos tener en cuenta que todo cuanto hagamos tiene unas consecuencias o repercusiones sobre el medio y sobre las demás personas, además de sobre nosotros mismos. El amor pone todo en su sitio, y los valores humanos armonizan la interacción entre los seres vivos. Es por ello que tenemos que afinar más en nuestra forma de actuar, siendo infinitamente más cuidadosos de nuestros actos, porque cualquier gesto nuestro va acompañado de una cierta energía que, inevitablemente, interacciona con la de los demás, provocando sentimientos positivos o negativos en los otros. El clima positivo nos beneficiará más que uno negativo, ¿no creen?

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